El modelo económico del país nórdico está mucho más a la derecha del espectro ideológico que el de nuestro país.
Algunos días atrás, en su cuenta de Twitter el Dr. en Sociología especializado en temas económicos, Daniel Schteingart, planteó una inquietante pregunta: ¿Por qué Noruega, el país más desarrollado del mundo en términos de desarrollo humano, es un dolor de cabeza para el discurso libertario?
A continuación, desarrolló un hilo donde planteaba no solo que el desarrollo humano de Noruega no se debe exclusivamente al petróleo, sino que previo al comienzo de su explotación, ya existía un extenso sistema de contención social.
Para Schteingart, el desarrollo noruego se dio al mismo tiempo que se extendía un amplio Estado de Bienestar, con “universalización de los beneficios sociales”, asignación universal por hijo, por discapacidad, para madres solteras, y un masivo sistema de educación pública cuyo gasto en 1970 representó el 17% del total.
Todo esto, entonces, sería un problema para el “discurso libertario” ya que mostraría que el país más exitoso del mundo, alcanzó el éxito con, al menos, una gran participación del estado en la economía y la sociedad.
Si eso fuera cierto, la receta para Argentina no pasaría por liberar su economía y correr al gobierno del medio, sino por mejorar y perfeccionar el intervencionismo.
¿Será así?
Antes de meternos de lleno en el análisis de la cuestión de fondo, es necesario hacer una aclaración acerca de si existe una diferencia entre liberales y libertarios.
Por muchos años se le llamó “liberal” a aquél que pensaba que el rol del gobierno debía ser limitado y que la prosperidad económica se alcanzaba cuando lograba desarrollarse el sector privado de la economía. En este sentido, el liberalismo económico es la tradición inaugurada por Adam Smith, quien creía que el estado solo debía participar en economía limitándose a la provisión de seguridad, justicia, y algunas obras públicas.
El término liberal existió en la lengua inglesa por muchos años queriendo decir exactamente esto. No obstante, en algún momento del siglo XX la palabra “liberal” (con tilde en la primera i para pronunciarlo en inglés) fue apropiada por los progresistas.
Para diferenciarse de ellos, viendo que sería difícil recuperar el vocablo, los liberales de siempre comenzaron a llamarse “libertarians”, lo que traducido al castellano es “libertario”.
En consecuencia, a priori, un libertario es un liberal con otro nombre.
Ahora bien, si por libertario entendemos a alguien que cree que el estado no debe tener ningún rol, de ningún tipo, en la sociedad, entonces estamos hablando de un anarquista o anarco-capitalista. Y no hay nada malo con esto, solo que en dicho caso, cualquier caso de desarrollo económico moderno sería problemático, porque todos estos desarrollos contaron con alguna participación del gobierno.
O sea, si libertario es igual a anarquista, hasta el desarrollo de los Estados Unidos sería un problema para su teoría.
Enfoquémonos entonces en los liberales, o consideremos que libertarios y liberales son lo mismo, para evitar discusiones puramente semánticas.
¿Es Noruega un caso que refuta las propuestas del liberalismo económico?
Más allá de la historia de su desarrollo y el rol que puede haber tenido el asistencialismo en dicho proceso, algo que Schteingart no parece poner como una condición, sino simplemente como algo que no obstaculizó dicho crecimiento, es interesante ver lo que ocurre hoy en día en el país nórdico.
Es que después de todo, Argentina tiene hoy un Gasto Social que representa el 50% del gasto público del estado nacional. Además, en 2015 el gasto en educación, cultura y ciencia representó un 15% del gasto de todo el sector público, algo que no se ha modificado significativamente, lo mismo que el de salud que representaba otro 15%.
Entonces, si ya tenemos redes de contención y un estado que redistribuye ingresos a través de políticas sociales, de educación y de salud, tal como lo hace el noruego, ¿qué será lo que no tenemos?
Para empezar, no tenemos una economía con un crecimiento sostenido. De los últimos 10 años, en 5 Argentina estuvo en recesión. Eso no ocurre en Noruega, que solo en 2009 tuvo un año recesivo en que su PBI cayó 1,7%, pero que de ahí en adelante mantuvo siempre avances en su nivel de producción agregada.
Otro dato relevante es la inflación. Acá la inflación estuvo en el top 10 del ranking global en todos los años desde 2009 en adelante.
En Noruega la inflación promedio desde 1990 es de 2,2%, y no gracias a los “acuerdos sectoriales”, sino a su Banco Central, que entre 1994 y 2002 mantuvo un “tipo de cambio cuasi fijo” y que desde entonces lleva adelante una política de “metas de inflación” cuyo objetivo es 2,5% anual (ver aquí).
Un Banco Central independiente es un ejemplo de límites al rol activo del estado en la economía. Algo mucho más compatible con el liberalismo que con el socialismo o el intervencionismo.
La política monetaria no es lo único que se maneja con un sistema de reglas en Noruega. Si se mira el resultado fiscal de los últimos años, se observa que las cuentas públicas han mostrado sucesivos superávits y muy abultados, llegando a superar el 10% en períodos como 2012-14. Aquí el contraste con Argentina no puede ser mayor.
¿Por qué ocurre esto? Principalmente por el factor petróleo. De acuerdo con el presidente del Banco Central de Noruega, el gobierno participa activamente en el mercado petrolero y además les cobra un impuesto extraordinario del 78% a las empresas privadas que operan el mercado.
Dicha intervención, sin embargo, se ve restringida por una regla fiscal, que hace que todo lo recaudado por las actividades petroleras vaya a un fondo de inversión administrado por un ente autárquico e independiente dentro del gobierno. De ese fondo, no más del 4% puede destinarse a presupuestos generales, lo que obviamente permite al gobierno noruego un extra de recaudación, que facilita el superávit fiscal.
Obviamente que teniendo la posibilidad de acceder a tantos recursos, la pregunta que uno se hace es por qué el gobierno no despilfarra los mismos, como sí lo ha hecho en Venezuela. Y no es que los noruegos sean mejores, sino que –siguiendo principios liberales- decidieron imponerle al gobierno un límite.
El presidente del Norges Bank explica:
“El mecanismo del fondo se estableció en 1990, durante la peor recesión de Noruega tras la Segunda Guerra Mundial. En su momento no era obvio que el fondo fuera a ganar tanto valor (…) Desde 1996 el valor del fondo comenzó a crecer rápidamente y hacia el 2000 los mayores ingresos petroleros comenzaron a generar pedidos para aumentar el gasto público. La regla fiscal se estableció en respuesta a este desarrollo”.
Es decir, se impuso una regla para restringir la actividad del gobierno. Limitar el poder del estado y las tentaciones populistas. Esto es mucho más liberal que socialista.
Un entorno de baja inflación, equilibrio fiscal y límites para que el gasto público no crezca por encima de las posibilidades suenan mucho más a liberalismo que a socialismo.
Pero eso no es todo. Si comparamos los datos del Índice Internacional “Haciendo Negocios” de Noruega con los de Argentina, el país nórdico parece un verdadero paraíso libertario.
Noruega | Argentina | |
Posición en el Índice | ||
Facilidad para Hacer Negocios | 7 | 119 |
Apertura de un Negocio | 22 | 128 |
Obtención de Electricidad | 19 | 103 |
Pago de Impuestos | 30 | 169 |
Comercio Internacional | 22 | 125 |
Cumplimiento de Contratos | 3 | 107 |
Como puede observarse (aquí), a una empresa privada le conviene mucho más instalarse en Noruega que en Argentina. De hecho, nosotros figuramos en el puesto 119, mientras que Noruega se ubica en el 7.
¿Por qué ocurre esto? Porque en Noruega la energía eléctrica no se corta como se corta en Argentina, porque es mucho menos costoso abrir un negocio en cuanto a los trámites burocráticos necesarios, y porque curiosamente el pago de impuestos es más sencillo allá que en Argentina, empezando porque la tasa de impuesto a las ganancias es 24%, mientras que aquí es 31%.
Por último, Noruega es un país casi completamente abierto al comercio internacional en comparación con Argentina. El índice Doing Business refleja los bajos costos de exportar e importar en términos de “tres conjuntos de procedimientos —cumplimiento documental, cumplimiento fronterizo y transporte interno”. Allí ubica a Noruega en el puesto 25 del mundo y a Argentina en el 125.
Ahora Norega también tiene aranceles más bajos y barreras no arancelarias inferiores a las de Argentina. En el Índice de Libertad Económica dela Fundación Heritage, existe un ítem que mide la “Libertad Comercial”, conformado por el promedio ponderado de los aranceles y las barreras no arancelarias. En dicho índice Noruega obtiene 83,2 puntos sobre 100, mientras que Argentina está en 70 puntos.
En comparación con Estados Unidos o Nueva Zelanda, parece bastante obvio que Noruega presenta un modelo más intervencionista, con un estado de bienestar más generoso.
Ahora en comparación con Argentina, Noruega de ninguna manera está a nuestra izquierda. Argentina ya cuenta con un extenso estado de bienestar que se lleva más de la mitad de nuestro gasto público.
Con lo que no contamos, sin embargo, es con una economía estable y en crecimiento, algo que se logra con límites el gasto público y el déficit, bajos niveles de inflación, menor carga tributaria y libre comercio.
En resumidas cuentas, ¡copiemos a Noruega, giremos hacia más liberalismo!
Es director de Iván Carrino y Asociados, una consultora especializada en economía y finanzas. Además, es Subdirector de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE. Licenciado en Administración con dos Maestrías en Economía.
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