“¿Quién le hizo creer a los argentinos que el Estado somos todos y que el Mercado son 5 tipos de traje, y no al revés?” @waldealgo (en Twitter)
Imaginemos por un instante que es viernes 9 de agosto en Argentina y tenemos en nuestro poder el equivalente a USD 100 ($ 4.500 argentinos).
El lunes 12 el contexto cambió radicalmente. Tenemos una fuerte presunción de que, en algunos meses, no podrán comprarse dólares de manera legal. Dicha percepción puede ser cierta o no, pero es lo que creemos.
¿Qué hacemos con los $ 4.500? Una posibilidad es buscar cambiarlos por dólares…
Al precio que sea.
Otro ejemplo. Usted logró ahorrar $ 4.500 y los tenía invertidos en un bono del tesoro. Es decir, le había prestado sus ahorros al gobierno argentino para que éste financie su gasto público deficitario.
El viernes 9 no tenía muchas dudas acerca del futuro de ese ahorro, y esperaba tranquilo a que el día del vencimiento, le pagaran capital más intereses. El lunes, sin embargo, su percepción se modificó. Ahora asigna una enorme probabilidad a que esa deuda no se pague, o bien pase por un proceso de restructuración.
¿Qué haría con el bono? Una posibilidad es buscar venderlo para sacárselo de encima, también al precio que sea.
Otra cosa que se puede hacer con el ahorro es comprar acciones. Si uno tenía $ 4.500 invertidos en acciones de alguna compañía energética hasta el viernes, pero ahora espera que a dichas compañías les congelen los precios por los próximos 4 años, seguramente también decida vender.
Esto que se describe arriba es lo que ocurrió, a nivel masivo, después de la victoria de Alberto Fernández en las PASO.
Por temor al futuro, los ahorristas e inversores decidieron en simultáneo “huir” de Argentina, lo que hizo subir el dólar, el riesgo país, y caer las acciones en la bolsa.
Muchos ven esto como un ataque de los mercados a la democracia y la soberanía popular. En lo que sigue de la nota, intentaré explicar por qué ello no es así.
Cuando se sostiene que “los mercados” están en contra de la democracia parece que se hace referencia a un grupo minúsculo con intereses oscuros que busca destruir países, especialmente si éstos quieren ser “soberanos” o escapar del “pensamiento hegemónico neoliberal”.
Esta idea es absolutamente falaz. En primer lugar porque si “los mercados” ganan plata invirtiendo en algún lado, ¿por qué habrían de irse?
En segundo lugar, porque como intentábamos poner bien claro en el inicio de la nota, los mercados no son un grupito de financistas fumando habanos y vistiendo tiradores, sino todos nosotros.
En un sentido amplio, los mercados están en todos lados. En definitiva, se le dice mercado a la suma de compradores y vendedores de cualquier bien o servicio. Y como todos y cada uno de nosotros en algún momento está comprando o vendiendo algo, todos formamos parte del mercado y lo vamos creando con nuestras decisiones diarias.
Ahora bien, existe un mercado particular que se llama mercado financiero. En dicho “lugar” se “juntan” quienes tienen ahorros y quienes tienen necesidades de financiamiento. Por ejemplo, si a mí me sobran $ 4.500 pero a mi tía le falta ese monto para terminar un arreglo de su casa, entonces yo podría prestarle ese dinero.
Así, yo me convierto en acreedor y ella en deudora. Si mi tía no me devuelve el dinero, yo pierdo. Si me lo devuelve, y me invita a cenar como compensación, todos ganamos.
Obviamente, en economías desarrolladas y de miles de millones de personas, aparecen expertos que intermedian estas relaciones. De esta forma, los ahorros de una profesora de castellano en Italia pueden ser invertidos en cualquier parte del mundo por su banco o su agente de bolsa.
Pero en esencia, la relación no cambia. El gestor de los fondos buscará prestar dichos ahorros a personas o instituciones que puedan devolver el dinero con una compensación. Si la devolución se percibe como más difícil, entonces la compensación exigida será mayor. Es decir, habrá una mayor tasa de interés.
Mientras que “los mercados” suelen ser vistos como cinco tipos fumando habanos y conspirando contra los pueblos, la democracia es percibida de forma mucho más idílica. La frase que resume ese idilio es la que reza que “la democracia somos todos”.
Lamentablemente, esta mirada también es errónea. En primer lugar, porque las elecciones generales que caracterizan a las democracia no dan como resultado la voluntad de “todos”, sino solo la de la mayoría. En el caso específico de Argentina, esa mayoría puede incluso no ser tal, ya que el presidente puede ser elegido obteniendo el 45%.
Otro punto a destacar es que las decisiones de la democracia no las tomamos todos juntos, sino los funcionarios o burócratas que dicen representar nuestros intereses.
Ahora lo cierto es que dichos burócratas tienen la libertad de imponer las reglas de juego sobre las que los mercados van a operar. Y los burócratas K, en el pasado, decidieron imponer controles de precios, controles de cambios, emitir moneda para financiar su gasto e incumplir fallos de la justicia internacional que los obligaban a pagar una deuda.
Además, el candidato Fernández habló de dejar de pagar intereses de Leliq, de hablar “uno por uno” con los acreedores de la deuda, y “desdolarizar” las tarifas de los servicios públicos.
Así las cosas, y volviendo al inicio, todo esto genera que los ahorristas (“los mercados” financieros) busquen desesperadamente huir de Argentina para protegerse.
Pero el mensaje que están dando no es que odien la democracia. Sino que, dados los resultados de las elecciones, sus inversiones y sus ahorros corren peligro. Lo que están diciendo es que los mandatarios “del pueblo” están dispuestos a fagocitar el ahorro que tanto esfuerzo les costó conseguir, y no quieren quedarse sentados a esperar que ello pase.
En conclusión, los mercados no están contra la democracia. Pero si ciertos resultados de la democracia amenazan con destruirlos, no podemos esperar que se queden mirando cómo ocurre.
Es director de Iván Carrino y Asociados, una consultora especializada en economía y finanzas. Además, es Subdirector de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE. Licenciado en Administración con dos Maestrías en Economía.
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Excelente Ivan, lo explicaste de una manera sencilla; asi los que no somos especialistas en economia y finanzas, entendemos igual.