La epidemia del coronavirus en China y su propagación a nivel mundial sugieren una alerta que va más allá de temáticas de salud. Se trata de un asunto que podría ser el punto de quiebre en los mercados. Te explico cómo protegerte de un escenario de caos en este sentido.
Por Jim Rickards, desde Darien, Connecticut
Querido lector,
Varias malas noticias llegan desde China sobre la epidemia del coronavirus, estos días.
A la fecha, las estadísticas oficiales señalan más de 40.000 casos confirmados, con 908 muertes.
Esa es una tasa de mortalidad del 2%. Si crees que eso es poco, te equivocas.
Si llegaran a haber 100 millones de contagiados, una tasa de mortalidad del 2% se traduciría en 2 millones de muertes, más mortal que la mayoría de las guerras.
Queda por ver el alcance que tendrá el contagio al final del día, pero de momento la situación está lejos de ser controlada.
El número total de personas inmovilizadas en China ahora supera los 400 millones (de una población de 1.300 millones). Nunca antes se había dado una cuarentena de este alcance.
Las calles están vacías, los aviones y trenes no funcionan, las tiendas están cerradas y la comida se ha vuelto el tesoro más valioso en el país.
El mejor de los desenlaces aquí es una baja del 2% en el crecimiento de la economía china para el primer semestre de 2020, pasando del 6% al 4%. El peor de los casos es difícil de imaginar, pero podría incluir una recesión global y tal vez incluso una crisis financiera internacional.
Y ese “peor de los casos” en realidad podría ser más realista de lo que muchos esperan…
Nuestra comprensión actual del virus se basa en estadísticas oficiales de varias fuentes gubernamentales. ¿Qué pasaría si esas estadísticas fuesen incorrectas y el alcance de la enfermedad en realidad fuese mucho peor de lo que creemos?
Hay buenas razones para creer que la cantidad actual de casos es en realidad mucho mayor a los 40.000 que reporta el gobierno, y que 908 ni siquiera se acerca a la verdadera cantidad de muertos.
El sitio web chino Tencent, (similar a Facebook o Twitter, es decir, una gran plataforma de redes sociales), publicó cifras que sugieren que el número real de casos es más cercano a los 155.000, y que el número de muertes es de aproximadamente 25.000.
Si esas cifras son reales, la tasa de infección es cinco veces la cifra oficial y el número de muertes es 28 veces la cifra oficial.
Los datos de Tencent también revelan una tasa de mortalidad del 16%, ocho veces el estimado oficial del 2%.
¿Quién tiene la razón, Tencent o el gobierno chino?
Existen varios factores que nos ayudan a dar respuesta a esta pregunta. La evidencia anecdótica apunta a que las calles de Wuhan, la ciudad más afectada por el virus, literalmente están llenas de cadáveres.
Algunos de esos cuerpos han sido guardados en camiones sin refrigeración, y se reporta que hay escasez de bolsas para cadáveres. Los cuerpos están siendo cremados sin realizar autopsias o pruebas de sangre, así que varias víctimas del virus no están siendo identificadas como tal.
Por otro lado, el laboratorio de armas biológicas de China precisamente está ubicado en Wuhan. Hay cierta evidencia que podría apuntar a que el virus originalmente escapó de ese laboratorio gubernamental.
El Gigante Asiático tiene un largo historial de mentiras por parte del Estado, así que podrían estar haciéndolo de nuevo con el coronavirus. Y aunque Tencent retiró sus estimaciones del virus (el internet chino está sumamente censurado), esas cifras provienen de algún lugar, lo que podría indicar que son reales.
Aún es demasiado pronto para medir el impacto real del coronavirus tanto individual como colectivamente. Pero si las cifras de la página web china son correctas, entonces esta pandemia apenas empieza.
Afortunadamente, hay un rayo de esperanza en este oscuro panorama.
Los científicos de todo el mundo están trabajando contra reloj para descubrir una vacuna u otra cura para la enfermedad.
El Imperial College de Londres y varios centros médicos en China y Estados Unidos están realizando esfuerzos tremendos por controlar esta epidemia.
Por lo general, toma dos años o más desarrollar una vacuna efectiva desde cero.
Pero debido a la gravedad del coronavirus, algunos se mantienen optimistas con que podremos desarrollar una cura en tan solo tres meses.
Eso está por verse.
Por ahora, la humanidad está en una carrera de vida o muerte entre la propagación de la enfermedad y los esfuerzos de los científicos para encontrar una cura.
Todos estamos apoyando a los científicos, pero debemos estar preparados en caso de que el virus llegue a la meta antes que nosotros.
Sin embargo, hay otro aspecto de esta terrible situación del que no escucharás en los medios…
Mis lectores tal vez estén familiarizados con el concepto del “ice-nine”, el cual expliqué en mi libro “La gran caída”.
Tomé el ice-nine prestado de Kurt Vonnegut, quien acuñó la idea en su libro, “Cuna de gato”. En el libro de Vonnegut, el ice-nine era un isótopo de agua que se congelaba a temperatura ambiente. Cuando cualquier fuente de agua entraba en contacto con el isótopo, se congelaba.
La trama iba así: la cantidad total de ice-nine era diminuta, por lo que el científico que lo creó se lo dio a sus tres hijos pequeños en frascos.
Siempre y cuando esos frascos estuvieran sellados, todo estaría bien. Pero si se vertía el ice-nine en una corriente de agua, ésta se congelaría. Luego se congelaría el lago de donde vino la corriente, y luego el río que alimenta al lago, finalmente llegando al océano y el resto del planeta. Comenzaría una nueva era de hielo y la vida en la Tierra sería aniquilada.
Básicamente era una máquina del fin del mundo.
En la forma que yo uso el término, hablo es de la banca y los mercados financieros. Si un banco queda en bancarrota, los clientes toman su dinero de otros bancos y fondos de mercado monetario. Más temprano que tarde, esas instituciones también quedan en bancarrota.
Eventualmente, los reguladores tienen que congelar todas las cuentas bancarias, luego los fondos de mercado monetario, luego las bolsas de valores, etc., hasta que todo el sistema financiero global queda congelado, por lo menos hasta que se encuentre una solución a la crisis.
Se trata de la posibilidad de congelamientos bancarios globales como respuesta a una crisis con el coronavirus.
Congelaciones bancarias como estas han surgido en los últimos años en Chipre (2013), Grecia (2015) y ahora en el Líbano. Es cierto que estas congelaciones siempre se han contenido en un solo país y no se han esparcido. Sin embargo, podría ser solo cuestión de tiempo antes de que llegue una de estas crisis.
Y el factor desencadenante podría ser el coronavirus. No estoy diciendo que sucederá así, pero es innegable que la posibilidad existe.
La pregunta es, ¿cómo te proteges de eso?
Lo cierto es que tienes una cantidad limitada de opciones. No recomiendo ir corriendo al banco y extraer hasta el último centavo de tu cuenta. Pero no tendría más que el monto asegurado, que en Estados Unidos es USD 250.000. Puedes distribuir este capital entre bancos selectos para que cada uno esté respaldado y asegurado hasta el límite.
Sin embargo, el oro y la plata físicos son las verdaderas respuestas al ice-nine. Probablemente sean la mejor manera de sobrellevar este fenómeno.
Asegúrate de tener tus metales en forma física, en un almacenamiento seguro no bancario. Ponerlo en una caja fuerte en un banco no te servirá de nada, porque para el momento en que más lo necesites las instituciones bancarias estarán cerradas.
Ese es el ice-nine.
Cuando un evento así se globaliza, se da rápidamente. En el escenario de este fenómeno, el precio del oro en dólares se acercará a los USD 10.000, si no es que lo supera con creces. No esperes para comprar tu metal dorado –cuando comience, no podrás comprar ni una onza.
Así que bien: el ice-nine es una congelación del sistema financiero. Es algo que sucedió antes y volverá a suceder en la próxima crisis. El oro y la plata físicos son la respuesta a esto, y debes obtenerlos mientras puedas.
El momento de prepararse es ahora.
Jim Rickards.
Para Inversor Global
Esta columna fue publicada originalmente en El Inversor Diario, el newsletter gratuito de Inversor Global en el que escriben las mentes financieras más brillantes de Estados Unidos y América Latina.
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Abogado y economista. Fue asesor de la CIA y el Pentágono y hoy es uno de los analistas financieros más leídos en Estados Unidos. Cuenta con 35 años de experiencia analizando exitosamente el contexto macroeconómico global. Gracias a una alianza con Agora Financial de Estados unidos, en Inversor Global es editor para Inteligencia Estratégica.
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