Inversor Diario

Vender con el pánico no es negocio

En el marco de la rápida propagación del coronavirus a nivel mundial, los mercados están sufriendo fuertes retrocesos. ¿Cómo deben actuar los inversores? Te explico lo que desde mi perspectiva debes hacer y lo que no.

 

Por Diego Martínez Burzaco

 

Finalmente ocurrió.

El temor por el coronavirus y su propagación alrededor del mundo ha generado pánico entre los inversores, los cuales salieron en manada en busca de vender sus activos de riesgo y refugiarse en los considerados refugios: bonos del Tesoro estadounidense y el oro.

Los principales portales de inversión hablan y describen a esta epidemia como el elemento desestabilizador de la actualidad bursátil. Por este motivo, las bolsas de Wall Street retrocedieron más de un 10% respecto a sus máximos, ingresando en terreno de corrección.

Me animo a discrepar un poco con el razonamiento anterior.

A mi modo de ver el mercado, el virus fue lo que disparó las ventas masivas en las acciones pero no ha sido la causa de la caída.

Microsoft, Apple, Mastercard y Coca Cola son algunas de las empresas que indicaron que no podrán alcanzar las metas de ventas y ganancias trimestrales producto del virus.

Pero la realidad es que aún si no se estuviese dando la epidemia e incluso las empresas cumplían con sus estimaciones iniciales, no iba a alcanzar para justificar las valuaciones actuales.

Así, fueron las elevadas valuaciones las que pedían a gritos una corrección del mercado, y no el virus o cualquier otra excusa.

Entiendo que el coronavirus es lo que denomina la escena. Y lo que genera incertidumbre hacia adelante, porque se desconoce su alcance e impacto en el nivel de actividad.

Pero como es imposible saber, podemos recurrir a la historia para determinar alguna estrategia de inversión de corto y mediano plazo que nos permita descansar más tranquilos por la noche.

Avancemos con eso entonces.

 

Lo que aprendimos del pasado

No es la primera vez que los inversores deben enfrentarse a estas epidemias, con su potencial costo para sus carteras de inversión.

De hecho, en lo inmediato se me viene a la cabeza la gripe aviar, la gripe porcina, le epidemia del cólera y la del ébola en África.

Todas han implicado un mismo patrón de comportamiento:

1. Subestimación (se piensa que es un caso aislado).

2. Preocupación (comienzan a acelerarse los casos).

3. Obsesión (a medida que está más presente la epidemia uno busca la mayor información posible y los impactos probables).

4. Pánico y capitulación (mal venden posiciones en el mercado, porque se piensa que la situación no se va a estabilizar).

5. Olvido (después de unos meses, nadie habla de eso).
Cada foco de epidemia anterior pasó por estas cinco fases. Lógicamente, en cada uno la velocidad de la fase fue distinta. Pero los patrones de comportamiento son similares.

Cuando ponemos dichas actitudes al descubierto y lo evidenciamos en números, podemos ver el impacto en el mercado bursátil.

 

 

El gráfico anterior muestra la reacción del MSCI Global (índice de las bolsas globales), en función de la aparición de las últimas epidemias o enfermedades.

Se toma como punto de partida el HIV, descubierto en junio de 1981 hasta el brote de sarampión reciente del año pasado.

En promedio, los mercados se han mostrado inmunes según la tabla anterior, tanto en el corto, mediano y largo plazo. Sin embargo, la medición puede estar distorsionada con el brote de gripe porcina y la recuperación del mercado en 2009, ya que allí estábamos en los albores del inicio de la tendencia alcista que aún perdura.

Si no consideramos ese impacto, en promedio durante el primer mes de la aparición de una epidemia, el mercado mostró una caída de entre 0,5% y un 1%, con retrocesos máximos que fueron hasta el 7,42% con el brote del ébola en octubre de 2018.

En la actualidad, los mercados acumulan caídas del 10%.

Pero si miramos un poco más a largo plazo, en todos los brotes previos de enfermedades que luego fueron epidemias, las bolsas recuperaron el terreno perdido disfrutando de ganancias de hasta dos dígitos seis meses después.

La única excepción ha sido el mencionado brote del ébola.

¿Es lo que va a pasar ahora con el coronavirus?

Claramente es imposible saberlo. No solo que no soy médico ni experto en infecciones, sino que tampoco me dedico a adivinar el futuro.

Lo que sí puedo decir es que, en base a la evidencia empírica, vender sólo por pánico de corto plazo es un muy mal negocio para nuestro portafolio.

La epidemia no debe ser el factor central que defina una venta, sino que hay que ver las valuaciones, de dónde vienen y la irracionalidad del mercado, en el caso que la haya.

Por el momento, esperar y ver dónde se estabiliza todo puede ser la mejor decisión.

 

A tu lado en los mercados,

Diego Martinez Burzaco

Para Inversor Global

 

Esta columna fue publicada originalmente en El Inversor Diario, el newsletter gratuito de Inversor Global en el que escriben las mentes financieras más brillantes de Estados Unidos y América Latina.

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