Hay cuatro factores que han causado la caída reciente en los precios del oro: las tasas de interés, la incertidumbre política, las previsiones económicas y el comercio automatizado. A continuación, te doy las razones por las que los inversores inteligentes comprarán oro.
El precio en dólares del oro ha caído bruscamente en las últimas dos semanas. Desde un máximo de USD 1.951 por onza el 6 de noviembre de 2020, el oro cayó a USD 1.788 por onza el 27 de noviembre, lo que significa una disminución del 8,4% en tres semanas.
Esta baja es el último bache en una caída a mediano plazo desde los USD 2.063 por onza el 26 de agosto de 2020. Desde ese máximo histórico, el oro ha caído un 13,3% en tres meses.
La caída desde agosto y la reciente corriente descendente de noviembre tienen nerviosos a los inversores en oro. Pero, ¿se acabó el mercado alcista? ¿Está el oro en camino hacia el rango de USD 1.200 a 1.400 por onza que mantuvo desde principios de 2016 hasta mediados de 2019?
La respuesta es que el mercado alcista no ha terminado. El oro no regresa a los USD 1.400. Y, es más, está a punto de romper al alza y reanudar su impulso a USD 2.000 por onza y más.
Una explicación de las razones detrás de la reciente caída de los precios del oro también explicará por qué se espera un nuevo repunte y máximos históricos. Estos son los cuatro factores que contribuyeron al reciente descenso.
El primer factor y el más poderoso es el aumento de las tasas de interés. No es ningún secreto que el oro no tiene rendimientos y compite con el efectivo y los pagarés del Tesoro por las asignaciones de las carteras de inversores. El rendimiento al vencimiento de la nota del Tesoro a diez años tocó fondo en 0,508% el 4 de agosto de 2020, unas tres semanas antes de que el oro alcanzara su punto máximo.
Las tarifas han aumentado constantemente desde allí. El 29 de septiembre, la tasa era de solo 0,654%, pero luego subió a 0,964% el 10 de noviembre. El aumento de la tasa produjo pérdidas de capital para los tenedores, pero atrajo una avalancha de capital de nuevos compradores. Parte de ese capital que se transfirió a los pagarés del Tesoro se hizo a expensas del oro.
El segundo factor es la elección. Técnicamente, la elección en Estados Unidos no ha terminado (el presidente es elegido por el Colegio Electoral el 14 de diciembre y los electores deben estar certificados antes del 8 de diciembre). Pero al mercado no le importaban esos tecnicismos. El consenso fue que Joe Biden sería presidente y los republicanos controlarían el Senado. Lo que indicaría que están en camino proyectos de ley de gastos abultados y que serán marginadas las propuestas del ala demócrata más progresista. Este potencial escenario es el nirvana para el mercado de valores y, producto de esto, disminuyó el interés por el oro como refugio seguro.
El tercer factor es la aprobación de varias vacunas COVID y nuevas terapias. Los anuncios hechos por Moderna y Pfizer, respaldaron la opinión de que la pandemia pronto quedaría atrás y una combinación de reaperturas comerciales y demanda reprimida restablecería rápidamente un fuerte crecimiento y un menor desempleo.
Pero una economía fuerte presagia tasas de interés más altas, lo cual es negativo para los precios del oro. También sugiere precios de las acciones más altos, otro competidor para los dólares de los inversores.
El cuarto factor involucra las técnicas y la dinámica del mercado. El “precio” del oro no es realmente el precio del oro físico ya que hay que tener en cuenta la escasez y las altas comisiones que implica la obtención de oro en la actualidad.
Por eso, cuando escuchas sobre el precio del oro, en realidad es el precio de futuros COMEX que es un proxy de papel oro altamente apalancado para el oro real. El comercio de futuros está automatizado y se basa en algoritmos que imitan a otros algoritmos.
El resultado es que cuando los precios bajan, se activan más órdenes de venta, aumenta el impulso, se alcanzan los niveles de stop-loss, los jugadores apalancados cubren sus pérdidas con más ventas y así sucesivamente en una dinámica recursiva que sobrepasa cualquier tipo de valoración fundamental basada en la oferta monetaria. Así es como funcionan los mercados automatizados apalancados y debes aprender a vivir con ello.
Pero te tengo buenas noticias: ninguno de estos factores es sostenible y pronto se revertirán, haciendo que el precio del oro vuelva al nivel de USD 2.000 por onza.
Y la razón es que las tasas de interés de los pagarés del Tesoro a diez años han fluctuado durante la última década con una tendencia general a la baja. Las tasas alcanzaron el 3,6% en febrero de 2011, luego se desplomaron al 1,38% en mayo de 2012. Las tasas volvieron a subir al 2,87% en diciembre de 2013, luego volvieron a caer al 1,28% en julio de 2016. Otro aumento envió las tasas al 3,10% en octubre de 2018, luego otro caída los llevó al 0,50% en agosto de 2020.
Lo que resalta de los datos es que cada aumento en las tasas fue seguido por un colapso. Y cada colapso tuvo tasas más bajas que la caída anterior (1,38%, 1,28%, 0,50%).
Esto sucede porque cada vez que el mercado sube las tasas basándose en alguna narrativa sobre la inflación, el crecimiento o el “fin de la burbuja de los bonos”, la realidad se entromete, una economía fragil se debilita y las tasas vuelven a caer y los bajistas de los bonos confunden las tasas nominales (que son bajas) con las tasas reales (que aún son relativamente altas). Esas altas tasas reales son las que impiden el crecimiento.
La realidad es que los casos de coronavirus y las muertes siguen aumentando. Se avecinan nuevos confinamientos y nos dirigimos a otra recesión después de la primera recesión de febrero a julio de 2020. Por eso, las tasas volverán a caer, esta vez a alrededor del 0,35% o menos. Esto proporcionará un enorme impulso a los precios del oro.
Los mercados también son demasiado complacientes con el resultado de las elecciones. Hoy en día, los mercados apuntan a una presidencia de Joe Biden, el control republicano del Senado y una combinación de grandes gastos y estancamiento en la agenda progresista.
Sin embargo, hay otros dos resultados que podrían ocurrir. El primero es que Trump siga siendo presidente con el control republicano del Senado. La segunda es que Biden gane la presidencia y los demócratas se queden con el control del Senado.
Cualquier resultado relacionado con la elección presidencial en Estados Unidos, causaría que Wall Street reaccionara negativamente y el oro comience a subir.
El escenario optimista con vacunas que detengan al Covid-19 y el regreso de una economía en crecimiento también es un espejismo. Las vacunas están llegando, pero pasarán alrededor de seis meses a un año antes de que suficientes personas las hayan recibido para dejar atrás la pandemia. Tal vez puede desaparecer la pandemia, pero el daño económico continuará.
Estamos en una nueva gran depresión y los efectos adversos serán intergeneracionales. Las quiebras se están disparando y la mayoría de las pequeñas empresas cerradas no volverán a funcionar. Las pérdidas de empleo serán permanentes y los confinamientos producirán una nueva recesión.
Una vez más, el mercado de valores ha valorado una recuperación basada en índices ponderados por capitalización que favorecen a las empresas de tecnología que producen relativamente pocos puestos de trabajo. La economía real de las pequeñas y medianas empresas (alrededor del 45% del PIB y el 50% de todos los puestos de trabajo) está estancada. Esto se traducirá en mayores tasas de ahorro, menor consumo y menor participación en la fuerza laboral.
Finalmente, el impulso es una calle de doble sentido. Las mismas fuerzas que hicieron que el mercado del oro se sobrepasara a la baja provocarán que el próximo repunte del oro se sobrepase al alza.
El oro ha enfrentado incertidumbres políticas, escenarios económicos optimistas y un impulso apalancado. Pero a medida que la economía se desacelera, las tasas caen, la incertidumbre política crece y el impulso cambia al alza. Los inversores inteligentes comprarán oro en su actual depresión y disfrutarán del viaje de regreso a los USD 2.000 por onza.
Todo lo mejor,
Jim Rickards
Para El Inversor Diario
Abogado y economista. Fue asesor de la CIA y el Pentágono y hoy es uno de los analistas financieros más leídos en Estados Unidos. Cuenta con 35 años de experiencia analizando exitosamente el contexto macroeconómico global. Gracias a una alianza con Agora Financial de Estados unidos, en Inversor Global es editor para Inteligencia Estratégica.
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