Inversor Diario

Bonos: ingresos fijos y pasivos, pase lo que pase

Los bonos son instrumentos que permiten sumar fuentes de ingresos a tu patrimonio a muy bajo riesgo. Por lo mismo, pueden ser la clave para hacer frente a los tiempos difíciles que vienen para la economía. Mira a continuación cómo aprovecharlos.

Querido lector,

Los lectores de Vivir de tus inversiones, mi servicio educativo diseñado para acercarte a la independencia financiera, conocen la importancia de generar fuentes de ingresos fijos.

Hoy quisiera repasar contigo por qué, y mostrarte un instrumento excelente para conseguirlos: los bonos.

Vamos desde el principio: existe en la psicología lo que se llama el síndrome Dunning-Kruger. Se trata de un sesgo cognitivo que genera la ilusión tener muchísimo más conocimiento de un tema del que realmente se tiene.

A menor conocimiento de un tema, más confianza, y viceversa. Fuente: Euxile

En las finanzas, este síndrome lleva a novatos a imaginarse mejores gestores de capital que los fondos más importantes del mundo. Se creen capaces de identificar las próximas bajas o subas de la Bolsa, sin tener el estudio ni el expertise de los profesionales.

Muchos terminan descubriendo por las malas que, en realidad, invertir con un alto grado de riesgo y sin control de pérdidas es una receta para el desastre.

Es difícil prever los movimientos de los mercados en el corto plazo, y para muchos conviene sumar activos seguros (en vez de volátiles) en sus portafolios.

Esa es la palabra clave: seguro. Y ahí es donde los bonos entran en acción.

 

Qué es un bono

Los bonos son títulos que otorgan a su tenedor el derecho a percibir un flujo de ingresos fijos por un tiempo determinado. Quien compra y mantiene un bono en su portafolio, recibe de forma periódica un pago hecho por alguna entidad.

Ese bono tiene lo que se llama “cupón”, que no es otra cosa que el interés que paga el título. A mayor interés, mayor el ingreso adicional que recibes. Piénsalo: si un bono tuviese cupón cero, no tendría beneficio alguno comprarlo; lo único que haces es “prestar” tu capital a una entidad que te lo devuelve de a cuentagotas en un lapso específico. El cupón representa un rendimiento generado a partir de ese capital prestado.

Los bonos, a su vez, son de distintos tipos y ofrecen mayor o menor riesgo. Los títulos que ofrecen una alta tasa de interés, pero que a su vez son riesgosos, se conocen como “bonos basura”. Estos no son el tipo de títulos de los que hablo cuando hago referencia a la seguridad que pueden brindar estos instrumentos. Los bonos basura tienen un alto riesgo de impago por parte de los emisores y, por lo tanto, son más especulativos que otra cosa.

En su lugar, hablo de los bonos emitidos por entidades respetadas y que tienen un bajísimo riesgo de default. Los títulos emitidos por el Gobierno de Estados Unidos, por ejemplo, son de los más seguros del planeta, pues la posibilidad de que la entidad emisora no pueda pagar sus deudas es ínfima.

Los títulos emitidos por gobiernos se conocen como “bonos soberanos”, y los emitidos por empresas son “bonos corporativos”.

 

Por qué sumar bonos a tu cartera

Incorporar bonos a nuestra selección de activos nos brinda, ante todo, un mayor grado de libertad como inversores. Tendremos rentabilidad asegurada aún en los momentos en que el mercado baje; si estalla una guerra nuclear o viene otra pandemia como la que vivimos recientemente, los bonos soberanos o corporativos seguirán teniendo en la mayoría de los casos el rendimiento que se espera de ellos. Y si bien éste puede ser más moderado que los grandes rendimientos de las acciones líderes, no debemos desestimarlos.

Un libro que todos deberíamos leer al menos una vez en nuestra vida es “ El inversor inteligente” de Benjamin Graham. El autor fue el mentor y profesor de Warren Buffett, de los inversores más exitosos de la historia.

En su obra, Graham explica con palabras muy simples cómo elegir empresas que tengan determinadas ventajas para evitar perder su dinero y, en consecuencia, el nuestro.

Sugiere que elijamos estas compañías de acuerdo a ciertas ventajas, que son llamadas de muchas maneras: fosos defensivos, monopolio de la mente del consumidor, ventajas competitivas, etc. Lo que debemos considerar, es que el mismo libro nos explica también la importancia de poseer renta fija en nuestras carteras.

Analizando el “top 5” de las grandes caídas de la Bolsa estadounidense, vemos que estos eventos extraordinarios están seguidos por bajas continuadas, diezmando los portafolios de aquellos que invirtieron todo su capital en el mercado accionario.

Fuente: Rankia

La mayor caída de la historia se produjo en 1987: en un solo día, el mercado tuvo un deslave del 22%. ¿Podrías dormir esa noche con 22% menos de capital? ¿Qué harías a la mañana siguiente, con titulares usando nombres como “Lunes Negro”? ¿Venderías por miedo a más bajas?

Aunque ofrecen menos rendimientos, los bonos no sufren caídas como estas, pues garantizan un flujo de ingresos en el tiempo. Estos ingresos pueden actuar como un salvavidas que mantiene a flote al menos parte de nuestra cartera, mientras el mercado general se hunde.

 

¿Qué porción de tu cartera debería ir a bonos?

Aquí vuelvo referir a las enseñanzas de Graham, ya que la proporción de tu cartera distribuida en bonos dependerá de dos variables muy personales:

  • Tu perfil inversor
  • Tu opinión sobre el futuro de la Bolsa (¿caerá o subirá en el medio-largo plazo?)

En el caso de que consideremos que el mercado está en valores elevados y podría caer, podremos asignar una mayor proporción de nuestros activos a la renta fija esperando la debacle.

Y cuando consideremos que el mercado bajó lo suficiente, podemos entonces rotar la cartera, pasando una mayor proporción hacia la renta variable, esperando el próximo impulso alcista.

Graham habla de distribuir un 30-40% del capital en renta fija cuando creemos que el mercado tiene mucho para subir, y entre 70-80% cuando consideramos que el mercado está cerca de un techo. Los números no están escritos en piedra, claro. Pero es una guía cómoda.

Otra posibilidad que podemos considerar teniendo bonos en cartera es la de liquidar posiciones luego de que se produzcan las grandes bajas, para luego comprar acciones cuyo precio consideremos suficientemente deprimidos y con un potencial atractivo para el siguiente ciclo alcista.

Podemos recordar el caso de una de las mineras de oro líderes del mundo como ejemplo. En plena pandemia, por allá en abril de 2020, la acción de Barrick Gold (GOLD) pasó de tener un precio de USD 22,50 a USD 12,70 cuando empezaron los encierros mundiales.

Luego, la acción alcanzó un máximo cercano a USD 30 en pocos meses.

Multiplicar tu dinero por 2,5 veces en seis meses no es algo que suceda todos los años, pero en estos momentos de tanta emoción y miedo, los que mantienen la cabeza fría pueden conseguir excelentes resultados:

Fuente: Tradingview y creación propia

Atravesada esta situación, el inversor inteligente puede incluso luego de unos meses liquidar esa posición de renta variable en Barrick Gold y volver a comprar los mismos bonos que poseía meses atrás, pero ahora con más dinero que al inicio del ejercicio.

En esencia, puedes recomponer la proporción de su cartera con más distribución hacia los bonos, pero aumentando los flujos generados por esos mismos bonos.

Si bien en la era de las criptomonedas este tipo de instrumentos parecen aburridos y poco apetecibles, es imposible olvidar una de las grandes verdades de las inversiones, dicha por el propio Warren Buffett:

“La primera regla de las inversiones es no perder dinero. La segunda regla, es nunca olvidar la primera regla”.

Los bonos eso mismo harán por ti: cuidarán tu dinero.

Buenas inversiones,

Gastón Lentini

Para El Inversor Diario

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