Hoy veremos cómo los inversores, quienes están sdispuesto a aceptar riesgos en busca de las posibles recompensas de ser “dueño” de un negocio, y que encima ofrecen liquidez para otros inversores, son grandes contribuidores a la sociedad.
Cuando compras o vendes acciones de una empresa que cotiza en bolsa, casi con toda seguridad lo haces por tu propio interés.
Quieres comprar acciones a un buen precio. Y eventualmente quieres venderlas a un precio mayor.
Sin embargo, muchos accionistas –quizás la mayoría– no se dan cuenta de que están promoviendo el bien público cuando actúan movidos por esta ganancia financiera personal.
En un sistema de libre mercado como el nuestro, cada transacción se basa en un intercambio que debe ser mutuamente beneficioso para las partes involucradas.
Es muy simple: la única forma en que una empresa atraiga clientes –y gane dinero– es seduciéndolos a comprar sus productos y servicios.
Si venden esos productos y servicios por más de lo que cuestan, obtienen una ganancia.
Y si no pueden, no lo hacen.
No obtener una ganancia es más común de lo que la gente cree. La mayoría de las empresas cierran dentro de los cinco años de haber comenzado a funcionar.
La verdad es que una empresa rentable es la excepción, no la regla, algo especialmente cierto en el mundo de las startups.
Los dueños de los negocios –los accionistas– asumen las pérdidas. Pero también tienen derecho a las ganancias si las hay.
Porque el capitalismo no es un juego de suma cero donde las empresas ganan a costa de todos los demás.
Si no quieres trabajar para una empresa, comprar o vender las acciones de una empresa, no lo hagas.
En una empresa exitosa, los incentivos están alineados para que todos se beneficien, no solo los accionistas.
Como he escrito antes, las empresas que se centran únicamente en las ganancias a corto plazo no duran mucho.
Está en el mejor interés de los dueños de los negocios asegurarse de que todos los interesados –empleados, proveedores, clientes y comunidades– estén satisfechos.
Sin embargo, el negocio y sus activos no pertenecen a los otros interesados.
Pertenecen únicamente a los accionistas.
En ese sentido, las mejores empresas buscan maximizar las ganancias a largo plazo, no a corto plazo.
Si este no fuera el caso, no invertirían miles de millones cada año en equipos, fábricas, tecnología, investigación y desarrollo, marketing, beneficios para empleados y otros.
Al contrario, distribuirían todo ese dinero a los accionistas, ya sea en forma de dividendos o recompras de acciones.
Pero no lo hacen. Porque esperan que sus inversiones se traduzcan en crecimiento y ganancias aún mayores en el futuro.
Estas inversiones requieren de bastante dinero, por supuesto.
Cada negocio en crecimiento se enfrenta esencialmente a tres opciones a la hora de invertir: usar su posición de caja existente, pedir prestado o recaudar dinero en los mercados de valores.
La mayoría de las empresas jóvenes –y muchas de las que crecen rápidamente– no tienen suficiente flujo de caja excedente para financiar inversiones para el crecimiento futuro.
Pueden pedir prestado, ya sea a un banco u otra institución, o a través de una emisión de bonos. Pero eso significa firmar un contrato para proporcionar pagos de intereses y una devolución del capital principal en fechas específicas.
Si el negocio crece más lento de lo esperado, esto puede convertirse en un gran problema, ya que puede necesitarse de más deuda o –en el peor de los casos- la empresa puede llegar a tener que ser liquidada para pagar a los acreedores.
Así que muchas empresas optan por recaudar dinero en el mercado de valores, lo que se lleva a cabo a través de lo que se conoce como oferta pública inicial o IPO.
Ahora, una vez que la empresa emite parte de sus acciones en el mercado y comienzan a operarse, cuando compras estas acciones en el mercado tu dinero no es que va a la empresa misma sino a alguien que está vendiendo sus acciones.
No le estás dando capital a la empresa. Le estás dando liquidez a otros accionistas, como también lo haces cuando vendes tus acciones.
Piensa en esto por un momento…
Las empresas nos ofrecen prácticamente todo lo que queremos o necesitamos. Ofrecen empleos y capacitación para sus empleados. Son fuentes de ventas y ganancias para sus proveedores. Y pagan miles de millones cada año en impuestos.
¿Quién hace esto posible?
Tú, el accionista, que está dispuesto a aceptar los riesgos en busca de las posibles recompensas de ser “dueño” de un negocio, y que ofrece liquidez para otros inversores.
¡Eres un benefactor público!
Así que ahora… haz tu parte y comienza a ganar mucho dinero.
Alex Green es uno de los asesores financieros e inversores más reconocidos en Wall Street. Por 16 años fue una figura clave en algunas de las instituciones financieras más importantes de Nueva York. A los 43 años se retiró para dedicarse a su verdadera pasión: transmitir sus conocimientos y estrategias a lectores de todo el mundo. Es editor de MicroCap Trader en Inversor Global.
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