Abraham Maslow propuso que, tras cubrir nuestras necesidades básicas, buscamos autorrealizarnos. Pero más allá del éxito y la comodidad, hay un nivel aún más profundo: contribuir con el mundo, trascender el ego y encontrar propósito. Un enfoque clave no solo para vivir mejor, sino también para invertir con sentido.
Por Alex Green
Durante el siglo XX, gran parte de la investigación psicológica se centró en el lado oscuro y destructivo de la naturaleza humana: lo anormal, lo psicótico.
Abraham Maslow cambió ese enfoque. En lugar de estudiar fobias, neurosis, obsesiones y otros trastornos mentales, el psicólogo pionero analizó a individuos que vivían vidas plenas, aprovechaban al máximo sus cualidades y capacidades, y mostraban los niveles más altos de salud mental.
Los llamó “autorrealizados”.
Maslow creía que los seres humanos tienen una jerarquía de necesidades. Las necesidades más elevadas solo pueden satisfacerse cuando las más básicas ya lo han sido.
En la base están las necesidades fisiológicas: oxígeno, comida, agua, sueño. Luego vienen las de seguridad: un vecindario seguro, una vivienda cómoda y una fuente estable de ingresos.
Más arriba, todos requerimos amor y pertenencia. Buscamos amistades, una pareja romántica, una familia afectuosa, grupos sociales y un sentido de comunidad.
Cuando estas necesidades están cubiertas, buscamos satisfacer la estima: libertad, atención, reconocimiento, apreciación y estatus.
Muchos se detienen en este punto. La vida es cómoda. Pero la satisfacción real suele estar ausente por una razón muy concreta.
“Un músico debe hacer música, un artista debe pintar, un poeta debe escribir, si quiere ser verdaderamente feliz”, dijo Maslow. “Lo que un hombre puede ser, debe ser. A esto lo llamamos autorrealización.”
¿Qué es exactamente?
Usando un método cualitativo llamado “análisis biográfico”, Maslow estudió a un grupo élite de personas altamente funcionales. Las entrevistó, habló con quienes las conocían y analizó sus obras, actos y cartas.
El grupo incluía a figuras como Albert Einstein, Eleanor Roosevelt, Walt Whitman, William James, Albert Schweitzer, Baruch Spinoza y Thomas Jefferson. A partir de su investigación, Maslow identificó 16 características de las personas autorrealizadas:
La autorrealización no es un destino, sino una filosofía de vida: un proceso constante de desarrollo.
“El único rival de uno es su potencial”, dijo Maslow. “El único fracaso es no alcanzar lo que uno puede ser.”
Implica rechazar lo fácil y rutinario, y elegir una y otra vez el crecimiento.
“Uno puede elegir volver a la seguridad o avanzar hacia el crecimiento”, escribió Maslow. “El crecimiento debe elegirse una y otra vez; el miedo debe superarse una y otra vez.”
Según él, esta necesidad es esencialmente humana y da sentido a nuestra existencia.
Maslow recibió numerosos premios por su pensamiento original y sus aportes a la psicología. Pero hacia el final de su carrera, tuvo una epifanía: más allá de la autorrealización está la autotrascendencia.
La autotrascendencia es una “meta-necesidad”: un estado de conciencia más elevado donde superamos el ego y nos sentimos conectados con el resto del mundo. Suele venir acompañada de una intensa felicidad, la sensación de haber comprendido una verdad última y la unidad de todas las cosas.
Maslow la consideraba el siguiente paso en la evolución humana.
Pese a su prestigio como investigador (tenía el segundo coeficiente intelectual más alto registrado), muchos colegas lo criticaron. Algunos alegaron que es lógicamente imposible que el yo se trascienda a sí mismo. Otros llamaron a su idea “tontería numinosa” y lo acusaron de abandonar lo práctico por lo místico.
Quizá solo unió ambos mundos.
En el siglo II a.C., el sabio indio Patanjali escribió: “Cuando estás inspirado por un gran propósito, todos tus pensamientos rompen sus ataduras; tu mente se expande en todas direcciones y te descubres a ti mismo siendo una persona mucho mayor de lo que jamás imaginaste ser.”
Maslow creía que la autotrascendencia nos lleva más allá del interés propio, y nos permite hacer algo más significativo: ayudar a otros a alcanzar su potencial.
Hasta su muerte en 1970, Maslow alentó a las personas a desarrollar su talento y capacidades al máximo. Pero también creía haber descubierto una sabiduría superior, algo más grande que la autorrealización.
“El verdadero valor de un ser humano”, dijo Einstein, “se determina por el grado y el sentido en que se ha liberado de sí mismo.”
No es fácil. Pero dejar de pensar solo en uno y centrarse en el bienestar de los demás…
Eso es la autotrascendencia.
Por Alex Green
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