El costo de hacernos los loquitos

Hace algunas semanas escribí esta nota, intentando compilar el legado que creo que dejará Mauricio Macri cuando termine su actual mandato. Resulta trivial aclarar que ese legado, obviamente, se lo podrá dejar a un candidato opositor, pero también al él mismo, dependiendo de lo que ocurra en las urnas.
De todos modos, ese no es el punto: durante la nota tuve que repasar también qué es lo que había recibido de CFK ya que, para dimensionar el mérito de alguien, uno debería comparar lo que deja en función de lo que ha recibido inicialmente.
Para eso también he repasado parte de lo que había dejado CFK… pero el asunto es que había olvidado sumar algo: la sumatoria de juicios y fallos adversos como producto de la ruptura de contratos, tanto de empresas públicas como de deuda soberana.
En esta nota, voy a intentar dimensionar esta parte de la “herencia K” que generalmente es omitida.
 
Empecemos…

Aerolíneas Argentinas

El primer flagelo, el que más dolor de estómago me provoca, es el de Aerolíneas Argentinas.
La misma fue estatizada de manera compulsiva en 2008 a manos de CFK, con la excusa de que nuestro país necesitaba una “aerolínea de bandera”.
Por este motivo, hace pocos días debimos desembolsar a CIADI un monto de USD 320 millones por haber roto el contrato para que pase a manos del sector público nacional.
El asunto es que, si bien esto es algo nefasto de por sí, el tema no queda ahí.
Aerolíneas Argentinas es una empresa que desde su estatización, ocurrida hace más de una década, ha reportado déficits operativos de manera crónica.
Concretamente, desde 2008 hasta 2018, se acumuló la friolera de USD 6300 millones.
O sea que, si sumamos esta cifra con los USD 320 millones que costó el pago del juicio, se totaliza la friolera de USD 6620 millones.
Eso es lo que le ha costado al pueblo argentino el experimento de la tan ansiada “aerolínea de bandera”.
Y lo peor es que estoy siendo generoso ya que, siendo Aerolíneas una empresa muy poco competitiva ‒incluso recibiendo suero estatal desde el Tesoro Nacional‒, en base a esta falta de competitividad se han marcado precios mínimos para los pasajes de la competencia. En criollo: Aerolíneas no deja que la competencia pueda vender pasajes por debajo de cierto umbral, limitando la posibilidad de competir por parte de compañías más competitivas. Una canallada para con el consumidor.
Con esto en mente, en realidad el costo real de haber estatizado Aerolíneas Argentinas es, además de estos USD 6620 millones, también todo el sobreprecio y la pérdida de bienestar de la gente que compró al menos algún pasaje aéreo durante el período 2008-2018 ya que, sin esta imposición, los pasajes hubieran sido muchísimo más baratos.
 

Consolidando las cuentas

No todo se resume a Aerolíneas, también hay otras cuantiosas cuentas que debíamos y todavía debemos pagar. Tal vez las más salientes, de las que ya pagamos, sean:

  • La de los famosos “holdouts”, pagada en efectivo allá por 2016,
  • La de YPF, liquidada en 2014 mediante el pago con bonos.

Para tener mayor referencia visual armé el siguiente cuadro, donde se puede ver de manera más clara todo esto.

En primer lugar, como se puede observar, Argentina ya pagó un total de USD 17.095 millones correspondientes al pago de holdouts, expropiación de YPF y expropiación de Aerolíneas, entre otros fallos en contra.
Una cifra escandalosamente alta.
El agravante es que todavía quedan unos USD 4.500 millones pendientes, que seguramente se pagarán en los próximos 5 años.
Pero eso no es todo. Como te comenté más arriba, también hay otros USD 6.300 millones que ya se pagaron y que corresponden al déficit operativo de Aerolíneas Argentinas, acumulado entre 2008 y 2018. Eso a mi criterio hay que contabilizarlo, ya que sería el “OPEX en contra” de habernos hecho los loquitos y expropiar una empresa para luego asumir su nefasto cashflow negativo.
Así, si sumamos a + b +c (o sea, lo que pagamos +  lo que tenemos que pagar) llegamos a la friolera de casi USD 28.000 millones, el equivalente a casi el 45% de las reservas que hoy tiene el BCRA (que son altísimas; de hecho, esta cifra resulta bastante mayor que las reservas que dejó CFK a fines de 2015).
¿Qué significan estos USD 28.000 millones? Bueno, si repartiéramos ese gasto de manera equitativa entre la población argentina, el mismo equivaldría a una deuda de USD 630 dólares por persona.
Una cifra relevante, sobre todo teniendo en cuenta que somos un país de ingreso medio/medio-bajo. Dato de color: equivale a 2.3 salarios mínimos.
Más allá de eso, una cuenta que me encanta hacer, para medir el costo de oportunidad, es comparar siempre contra los km de subte que se podrían haber construido si se hubiera direccionado todo ese dinero a ello.
Tomando como referencia los costos de la construcción de la Línea 6 de subte de Santiago de Chile (construida entre 2014 y 2017, e inaugurada durante este último año), si Argentina hubiera direccionado esos casi USD 28.000 millones para construir subtes, hubiera podido construir 400km. O sea, una extensión que resulta 7 veces la extensión con la que actualmente cuenta CABA (casi 57km).
O sea, para darnos una idea de la magnitud de esto, lo cierto es que podríamos haber construido un subte alrededor de General Paz, hacer que todas las líneas actuales lleguen hasta ahí e incluso hacer líneas de subte en otras ciudades importantes como Ciudad de Córdoba y Rosario. Todo eso de manera simultánea.
Algo que hubiera sido escandalosamente excelente para el día a día del ciudadano de a pie de Peronia.
 

Reflexiones finales

Como se puede observar, el costo de oportunidad de haber tenido al kirchnerismo al frente del país ha sido inmenso.
Solo con mirar un 10% de todas las malas decisiones que se tomaron, queda claro que hubiéramos podido tener un país tremendamente mejor del que tenemos hoy.
El cortoplacismo y la mala praxis del político argentino promedio, que oscila siempre en torno a las ideas de centro-izquierda, es innegable.
Con “político argentino promedio” me refiero a todos. Porque, si bien el kirchnerismo fue artífice de casi todo esto, lo cierto es que dichas medidas fueron apoyadas por la izquierda y el radicalismo (otro partido de centro-izquierda).
O sea, TODOS son parte del problema
Concretamente, abstrayéndonos un poco de los casos específicos, resulta innegable que siempre ha primado el hecho de levantar la bandera de la soberanía de manera miope, ignorando los contratos y las obligaciones asumidas por el propio sector público tiempo atrás.
Algo así como una épica adolescente, pero llevada al plano gubernamental.
Así, tomando todavía más perspectiva y sabiendo que todo esto fue convalidado por la gran mayoría de nuestros políticos, lo cierto es que la falta de racionalidad y miopía de este tipo de actos me obligan a concluir que no es más que mera idiotez y falta de capacidad cognitivo-intelectual por parte de esta gente. Porque, analizando esto en frío, creo nadie en su sano juicio tomaría las decisiones que se han tomado.
Luego, obviamente, con el tiempo llegan las consecuencias de este tipo de actos nefastos por parte de la clase política argentina que, como se observa, no solo implican el castigo financiero directo, sino además el costo de oportunidad de no haber hecho las cosas bien.
Hoy estamos sufriendo no haber invertido bien nuestro dinero durante la época de vacas gordas. No hemos capitalizado esta oportunidad en algo duradero.
Un ejemplo puede ser la oportunidad que señalé más arriba, de poder volver a tener una línea de subtes de primera línea, algo a la altura del país que supimos ser hace un siglo atrás y que claramente ya olvidamos.
Argentina ya no es el país híper-emprendedor, altamente educado, que tuvo una línea de subtes antes que Madrid. Argentina hoy es metrobús, progresismo de goma y tongo político y sindical.
Habiendo dicho todo esto, me despido.
Espero que a esta altura quede algo más claro cuál fue el costo de habernos hechos los loquitos… un costo que seguimos y seguiremos pagando en el futuro próximo (y no tan próximo, también).
 
Hasta la semana próxima,
Juan I. Fernández
Para CONTRAECONOMÍA

Publicado por
Inversor Global

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