Cuanto peor, mejor

Alberto Fernández y sus economistas no tienen incentivos para colaborar en una transición ordenada.

Vivimos horas aciagas en la economía argentina. El Riesgo País sigue subiendo. También el dólar, a pesar de una furiosa venta de reservas del Banco Central.

La estabilidad financiera del país depende de que el FMI desembolse USD 5.400 millones en septiembre. Es decir que el futuro económico de los argentinos depende de plata que representa el 1% del PBI.

Parece poco, pero cuando no lo tenés es una enormidad.

En medio de esta situación, quien tienen la capacidad para calmar a los mercados son Alberto Fernández y su equipo económico. Si realizaran declaraciones creíbles de que continuarán el acuerdo con el FMI, buscarán equilibrio fiscal y mantendrán un Banco Central independiente que luche contra la inflación, seguramente los mercados –a pesar de los miedos- mantendrían una cierta estabilidad con un dólar de $ 57 y un Riesgo País entre 1400 y 1700 puntos básicos.

Este tipo de comportamiento no puede descartarse a priori. El propio Fernández se jacta de haber tenido durante su gestión 5 años de superávit fiscal, y también ha dicho que no quiere poner cepos ni quiere defaultear la deuda.

No obstante, los dichos de un político pueden rápidamente ser revertidos. O, más en criollo, con el codo se puede borrar lo que se escribe con la mano.

Jugando con fuego

Realizar declaraciones sensatas a la luz de la gravedad de la situación económica sería digno de una persona genuinamente preocupada por el bienestar de los argentinos. Sin embargo, en las campañas electorales eso parce quedar en segundo plano.

Lo más importante, en este marco, es sumar votos a como dé lugar. Y si esa ganancia en votos se da porque la economía se destruye y la gente cree que el responsable es Macri, entonces mejor para la oposición.

Así es como los economistas que acompañan a Fernández publicaron un comunicado totalmente incendiario tras la reunión que tuvieron con el Fondo Monetario Internacional.

En dicho comunicado sostienen:

“El préstamo recibido por el país y el conjunto de condicionalidades asociado al mismo no han generado ninguno de los resultados esperados: la economía real no ha dejado de contraerse, el empleo y la situación de las empresas y las familias de empeorar, la inflación no ha tenido una trayectoria descendente sostenida y el endeudamiento público no ha dejado de crecer.

“Durante la reunión, el candidato a Presidente de la Nación por el Frente de Todos reiteró su preocupación por el hecho de que los créditos otorgados por el FMI al Gobierno Nacional hayan sido utilizados, en gran parte, para financiar la salida de capitales.

“A la fecha, los desembolsos totales efectuados por el FMI suman un total de US$ 44.500 millones aproximadamente y representan casi el 80% del préstamo total”.

Siguiendo el clásico manual de campaña electoral, el Frente de Todos critica el acuerdo con el FMI por los malos resultados vistos sobre la economía real desde junio de 2018.

No obstante, no es razonable realizar esta comparación. El país atravesaba una crisis de balanza de pagos en junio de 2018 (por culpa del gradualismo fallido de Macri) y peores hubieran sido todos los datos de la economía real si el paquete de salvataje del FMI no llegaba a tiempo.

Es decir, en lugar de un dólar pasando de $ 20 a $ 40, éste hubiera pasado directamente a $ 70, con peores consecuencias para la ciudadanía.

Otra cuestión que es puro eslogan de campaña es la comparación entre la deuda y la fuga de capitales. Como expliqué hace poco, la deuda que toma el gobierno no es para financiar dicha fuga, sino para financiar los vencimientos de deuda y el déficit fiscal, que recordemos que el kirchnerismo que ahora se erige como salvador de la patria dejó en 6% del PBI.

Catástrofe social

Por si el repaso de los malos datos no era suficiente como crítica al acuerdo que el gobierno de Macri firmó con el Fondo, el comunicado hace evidente su rechazo a este organismo multilateral de crédito.

Hacia el final del texto, afirman:

“Quienes han generado esta crisis, el Gobierno y el FMI, tienen la responsabilidad de poner fin y revertir la catástrofe social que hoy atraviesa a una porción cada vez mayor de la sociedad argentina. Para ello deberían arbitrar todos y cada uno de los medios y las políticas necesarias”.

Si aún esto parece poco, tras la reunión comenzaron a circular versiones de que el FMI había hablado de “vacío de poder” y recomendaba adelantar las elecciones.

Obviamente, ninguna de estas declaraciones ayuda a calmar los ánimos financieros.

Si la preocupación principal de los mercados es que el nuevo gobierno pague la deuda, y el Frente de Todos pone al FMI nuevamente como el enemigo del pueblo, luce cada vez más posible una negociación agresiva tanto con el FMI como con el resto de los acreedores. Obviamente, esto también pone en duda el futuro desembolso de los USD 5.400 millones.

En este marco, los inversores siguen vendiendo bonos, lo que hace que suba el Riesgo País y le pone presión al dólar y a las reservas internacionales, que ya acumulan una caída de más de USD 9.000 millones.

Como consecuencia de todo esto, cae todavía más la economía, el nivel de empleo y el salario de los argentinos. O sea que todas las variables económicas por las que Fernández dice estar preocupado se destruyen por sus declaraciones.

Curioso caso, ¿no?

La respuesta es negativa. Es que para algunos, cuanto peor, mejor. Y a la luz de los hechos parecería que Alberto Fernández y su equipo encuentran que es conveniente asumir la presidencia en el medio del peor deterioro económico posible. Juegan a incendiar Roma, y que cuando asuman solo queden cenizas.

La tesis es simple: si llegamos a un piso lo suficientemente bajo, lo único que queda para adelante es subir.

Y si eso ocurre, Alberto será recordado como un buen presidente. Incluso podría ganar una reelección.

En el medio, los argentinos seremos mucho más pobres, y ninguno de los problemas estructurales de la economía se habrá resuelto de manera definitiva.