No sólo hablamos de beneficios ecológicos sino de mercados en alza.
A la hora de invertir en energía, las llamadas “no renovables” como el petróleo y el gas siguen siendo las que marcan el compás de la economía mundial. Pero debido a la preocupación ciudadana por la sustentabilidad de la vida, las empresas comienzan lentamente a desarrollar proyectos con otro tipo de recursos y con prácticas más amigables con el medioambiente.
En muchos países del mundo las políticas orientadas al respeto y conservación ambiental se multiplican, por lo que crecen las exigencias de protección y desarrollo de alternativas “verdes” hacia las compañías que se desarrollan en esos territorios. Aunque esto todavía no tiene un carácter mundial, más temprano que tarde será necesario plantear un cambio radical en la manera de producir y consumir.
Esta previsión a futuro es uno de los por qué invertir en energía limpia. Si tomamos conciencia del enorme impacto negativo que tiene nuestra forma de vivir, comprenderemos que hay que tomar cartas en el asunto antes que nuestro propio derroche y desperdicio nos pongan en peligro como especie.
Además, comenzar a invertir en alternativas ecológicas ayuda a que estos sectores se vuelvan competitivos frente a las inmensas corporaciones del petróleo, gas, y demás fuentes de energía finitas. Es preciso financiar proyectos que reduzcan los costes ambientales y nos provean de una calidad de vida mayor, en armonía con nuestro medio.
Si nos situamos en el mundo de las inversiones en energía en la Argentina, Yacimientos Petrolíferos Federales (YPF), así como la inversión en la producción de soja -un cultivo bastante nocivo con la tierra- siguen siendo la principal fuente económica del país y representa un enorme flujo de dinero para quienes lo eligen a la hora de invertir.
De todas maneras, apostar por otro tipo de energías, como la eólica, hidráulica o solar, puede brindar no sólo oportunidades de crecimiento y trabajo hacia adentro de una comunidad, sino optimizar costos además de cuidar nuestros recursos. El tema es que al ser una industria en desarrollo, los resultados todavía no son del todo contundentes como para lograr un viraje en el campo financiero mundial.
La razón que mueve la utilización de alternativas energéticas en el campo industrial todavía no es aún económica, pero quienes analizan sus estrategias a futuro empiezan a comprender que el negocio, prontamente, estará en este tipo de producción, debido a la movilización social creciente y a la modificación de los hábitos de consumo.
Pero yendo a lo central: ¿Vale la pena invertir en energía solar? ¿Es rentable la energía solar en la Argentina? ¿Tiene sentido la inversión en energía eólica en Argentina? ¿Y la hidráulica? Estas preguntas son importantes en el terreno económico, pero cruciales desde la óptica social sustentable y ecológica.
Si miramos las estadísticas mundiales, según datos de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), estas alternativas generaron 9,3 millones de puestos de trabajo durante el 2016 y fueron en aumento con el correr de los años hasta la actualidad. De todas, la energía solar fue la que más trabajo produjo, seguida por los biocombustibles líquidos como el biodiésel.
El problema con este tipo de proyectos es que el coste de inversión inicial es muy alto, aunque luego baja y se vuelve muchísimo más barato, seguro y saludable. Por ejemplo, Invertir en energía eólica instalando parques eólicos, necesita un capital de dinero elevado que en esta fase de desarrollo necesariamente tiene que estar acompañada por políticas públicas de financiación y respaldo.
Debido a las lógicas de oferta y demanda y competitividad comercial, las energías renovables pierden contra las no renovables por volverse más costosas en su implementación y desarrollo, además de que el apoyo a la investigación tecnológica es muy variable dependiendo el país y sus políticas de financiamiento en ciencia.
Por lo tanto, en la coyuntura actual, es bastante complejo desplegar tecnología en forma privada que aligere costos de producción sustentable, implementación y crecimiento. Aún así, como fue mencionado previamente, son las modificaciones de consumo y exigencias sociales las que vienen produciendo, hace varios años, cambios en la industria.
De todas formas, de a poco vemos que las tecnologías a menor escalar vienen decreciendo en costo y se vuelven opciones interesantes de sostenimiento energético para el consumo personal o la pequeña y mediana industria. Aquí sí podemos ver por qué invertir en energía solar es una buena idea, ya que la instalación de paneles abarató mucho sus costos y puede sostener la demanda energética de una casa casi sin problemas.
Quizá no podamos verlo como importante ahora mismo, pero en muy poco tiempo la emergencia energética y la necesidad de adoptar otras forma de producir , distribuir y consumir nos demostrarán que el mercado “verde” será mayoritario y exigirá una adecuación de las compañías a lógicas menos destructivas con el medioambiente.
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