Inversor Diario

Descubrimos algo único: un “doble cisne negro”

El mercado internacional podría tener un 2020 complicado. Si a eso le sumamos el escenario de incertidumbre a nivel local para el próximo año, podríamos estar ante un momento crítico para el mercado frente al cual es importante tomar precauciones.

 

Hace varios años, en una clase de Mercados de Capitales, el profesor mencionó el término “cisne negro”. Intuí que era algo que debí haber aprendido antes, durante la licenciatura en economía.

Estaba en lo correcto. Es que es un concepto muy básico, que se refiere a aquellas crisis atípicas pero profundas, eventos altamente disruptivos, que poca gente pudo o supo anticipar.

Dos ejemplos clásicos pueden ser a) la crisis sub-prime de 2008, y b) la crisis “puntocom” a fines de los 90.

Habiendo entendido este concepto, voy a describir cómo es que, esta vez, podríamos sufrir un inusual “doble cisne negro”.

La Reserva Federal reactivó el populismo monetario

El primer elemento que da cuenta de que la irrupción de un cisne negro en Estados Unidos es inminente, es la reactivación del populismo monetario en el país.

¿Cómo es esto?

La Reserva Federal (Fed) emprendió una agresiva inyección sostenida de liquidez a la salida de la crisis sub-prime, motivo por el cual se volvieron a inflar los activos desinflados. Esto permitió la recuperación de la primera economía mundial, con una estrategia poco sana, pero efectiva.

Ya para el año 2016, pero sobre todo para 2017, la Fed comenzó a “normalizar” su política monetaria.

Este proceso de suba de tasas hacia niveles “más normales”, fue bastante efímero. Duró apenas unos dos años.

Observemos el gráfico a continuación, en el que la línea roja representa la tasa de interés de referencia estadounidense y la línea azul la performance del índice financiero S&P.

A inicios de 2019, la Fed emprendió un nuevo plan de flexibilización cuantitativa o QE.” Esto en un entorno de desaceleración de la economía, incertidumbre con respecto al impacto de las tensiones comerciales con China, y el miedo de un posible desplome de los mercados financieros.

Esta vez, la entidad, a pesar de repetir de manera exacta la práctica del QE (inyectar liquidez de manera directa, desplomando la curva de tasas de interés para estimular la economía, y al sector financiero), comunicó públicamente que en realidad no era un QE.

Recién hace casi un mes, un banco privado admitió que estas recompras de Letras del Tesoro estadounidense por USD 66 billones se trataban de un nuevo QE. El QE 4. De hecho, parecería que la Fed empezaría a ejecutar cifras similares mensualmente durante el arranque de 2020.

También se ha disminuido el costo del apalancamiento. Esto no es algo negativo per se pero sí lo es cuando ya existe una burbuja en los mercados financieros, ya que incrementa el riesgo sistémico y el riesgo de amplificar el problema.

Por si fuera poco, la evidencia empírica parece indicar -y con mucha fuerza- que estas inyecciones de liquidez son lo único que están manteniendo a flote a las acciones estadounidenses.

En las semanas en las cuáles se inyecta dinero, el S&P sube, y viceversa.

La velocidad de circulación del dinero se ubica en mínimos históricos. La política monetaria de Estados Unidos está agotada, solo sirve para inflar artificialmente el precio de los papeles.

Pero esto no se reduce solo al organismo presidido por Jerome Powell (la Fed), sino que todos los principales Bancos Centrales del mundo están haciendo algo similar.

En el gráfico que acabas de ver, se evidencia como los bancos centrales están inyectando liquidez a la mayor velocidad desde la salida de la crisis sub-prime en 2010. En total, ya inyectaron USD 400 billones desde fines de 2018, y seguirían en la misma línea, incrementando ese número durante 2020.

O sea, se están comportando -de facto- como si una crisis financiera internacional estuviera a la vuelta de la esquina.

El cisne negro local

El contexto local, si bien absolutamente diferente, estaría siendo llevado a cabo por un pensamiento similar. Este consistiría en aguantar como sea, negando o sub-ponderando los riesgos implicados en dicho accionar.

Alberto y su equipo pretenden desafiar todas y cada una de las leyes económicas más básicas, con una tesitura de que “va a estar todo bien”.

El plan de Alberto es muy claro: dejar de pagar la deuda por un tiempo, emitir para financiar al fisco, congelar tarifas, inyectar dinero a través de transferencias a jubilados y beneficiarios de planes sociales, subir impuestos a clase media-alta (patrimoniales, ganancias, impuesto inflacionario, retenciones, etc), imponer todo tipo de controles (cepo, controles de precios de bienes y servicios, suba de aranceles a las importaciones) e intentar conseguir financiamiento a través de aliados estratégicos afines a la izquierda (China, Rusia, etc).

Este plan es altamente explosivo.

Todo indica que tendremos una inflación de tres dígitos en algún momento de 2020-2021. Y a mediano plazo, un problema mayor, por una contenida distorsión de precios relativos.

La sincronicidad de ambos desequilibrios

Atando un poco algunos cabos, resulta preocupante la sincronicidad de los eventos internacionales con los locales.

Todo indica que el escenario base no resultaría nada feliz para el mundo, pero menos para nosotros. El motivo: la coyuntura local resulta pésima. Sin que ocurra nada en el resto del mundo, si todo sale mal en Argentina, podríamos ver una pobreza del 60 o 70%.

El asunto es que, si eso se llegara a combinar con un desafortunado cisne negro a nivel internacional, realmente podría tener lugar la tormenta perfecta.

Concretamente 2020 y 2021 pintan muy mal a nivel internacional. Todos los indicadores de “enrarecimiento” financiero están en los peores niveles desde la crisis sub-prime, todo agravado por las tensiones sociopolíticas y la desaceleración de China.

Es importante tener en cuenta la magnitud de lo que podríamos llegar a enfrentar.

Por ejemplo, hasta el año 2009, Argentina venía creciendo en torno al 9% y en 2009, cuando eclosionó la crisis internacional, dicha tasa cayó al -6%. O sea, sólo el escenario internacional bastó para pasar de un crecimiento del 9% a una caída del 6% ¡Son 15 puntos!

Hoy Argentina se perfila a una caída de al menos 1,5% o 2% para 2020, que no sería peor por el impacto inicial e insostenible del paquete de estímulos de Alberto al inicio de su mandato. Pero en 2021 ese impulso ya no sería tal, el PIB, incluso no ocurriendo nada afuera, podría llegar a caer 4% o más.

Imaginate por un segundo si esa caída local de un 4% (por ejemplo) se combinara con una eclosión global. En ese escenario, podríamos ver a la economía cayendo entre 15 y 20 puntos en solo un año. La mayor catástrofe jamás vista por estas latitudes, muy por encima de lo ocurrido en 2001.

Eso sería, oficialmente, un “doble cisne negro”.

¿Qué hacemos con los pesos?

Dado el escenario, el inminente default abierto y el cepo cambiario, hoy estamos en un momento histórico particularmente difícil para elegir activos que puedan ayudarnos a surfear la coyuntura.

O sea,

a) No podemos comprar dólares de manera oficial -prácticamente-,

b) Comprar bonos es un suicidio, porque no los pueden pagar.

c) Comprar acciones también, porque es un país que se va a pique,

d) Las inversiones a plazo también son malas opciones, porque el plan de Alberto implica que la inflación le ganaría cómodamente a las tasas de interés, por lo que, en caso de entrar a algo de esto, nos veríamos virtualmente licuados.

Esto resulta todavía más difícil, si tenemos en cuenta que los papeles del resto del mundo también podrían sufrir un embate histórico.

Ante esta situación, solo parece quedar como alternativa invertir en activos de refugio, pero dentro de los activos de refugio, conocidos como “safe haven”.

En este momento es cuando conviene revisar qué es lo que están haciendo los bancos centrales:

El gráfico nos da a entender que los bancos centrales están comprando oro como hacía mucho tiempo no lo hacían. Queda clara la sugerencia: es momento de comprar oro (y algo de criptomonedas), y abrocharse los cinturones.

Hasta la próxima.

Juan Ignacio Fernández

Para Inversor Global

Esta columna fue publicada originalmente en El Inversor Diario, el newsletter gratuito de Inversor Global en el que escriben las mentes financieras más brillantes de Estados Unidos y América Latina. El Inversor Diario te permitirá acceder a información exclusiva sobre los mercados internacionales y podés suscribirte haciendo click acá.

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