0:30 | Un desesperado grito de socorro
El debate acerca de la importancia que tiene la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el mundo, se ha incrementado notablemente. Principalmente, por la cantidad de errores que ha cometido la entidad desde que comenzó la pandemia: manifestaciones contradictorias, aclaraciones inexplicables…
Esas idas y vueltas despertaron una ola de críticas sobre su papel. Tanto es así que Estados Unidos decidió desfinanciar al organismo. Esto despertó una gran polémica, ya que la decisión de la Casa Blanca no parece contemplar el riesgo de una decisión de este tipo en plena pandemia y con una creciente ola de contagios.
Aclaremos algo, la Organización Mundial de la Salud es un organismo que depende de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Por ese motivo, vas a notar que por momentos te hablo también de la ONU y no de la OMS.
Para entrar en contexto, te cuento que António Guterres, el actual secretario general de las Naciones Unidas, hizo fuertes declaraciones al respecto. En líneas generales, dijo que no es el momento indicado para reducir los recursos de la salud. Esto me hace pensar que la ONU no piensa quedarse de brazos cruzados mientras se queda sin dinero. De hecho, acaba de actualizar su Plan Global de Respuesta Humanitaria COVID-19.
En este, explica que se necesitan alrededor de USD 10.000 millones para poder paliar los efectos de la pandemia en los países más vulnerables. Según las estimaciones, el coronavirus podría dejar a 130 millones más de personas con hambre para fines de 2020. Con lo cual, ese dinero podría ser de gran ayuda.
En esta disputa, el subsecretario general de Asuntos Humanitarios de la ONU, Mark Lowcock, había arremetido, semanas atrás, contra los países más poderosos que quieren desfinanciar a la OMS: “Los países ricos han tirado el libro de reglas cuando se trata de proteger sus propias economías. Deben aplicar las mismas medidas excepcionales a los países que necesitan ayuda”.
Esta declaración me hizo recordar un discurso de Donald Trump en la ONU en septiembre del año pasado. El republicano dijo abiertamente: “El futuro pertenece a los patriotas, no a los globalistas. —Y luego siguió—. El mundo libre deberá abrazar sus cimientos nacionales”.
Evidentemente, hay una clara disputa de intereses detrás de todo esto. La ONU exige menos patriotismo y más colaboración con el resto del mundo. Los países más poderosos, como Estados Unidos, creen que la ayuda económica debe ser dirigida de forma directa y no a través de organismos a los que considera “incompetentes”.
Más allá de esto, en medio de esta fervorosa lucha de intereses, la única solución que realmente ayudará a las economías más vulnerables a superar esta pandemia es la llegada de una vacuna.
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