Hace un siglo y medio, un periodista económico observó seis principios que se daban en la compra y venta de acciones. A pesar del paso del tiempo, continúan más vigentes que nunca.
Querido lector,
Antes de escribir la columna de hoy, déjame confesarte algo.
Mi primera reacción apenas me topé con el análisis técnico no fue del todo buena.
¿Un método efectivo para predecir el futuro de las acciones?
Me sonaba poco creíble. Yo me había formado en el análisis fundamental, una rama más racional que busca una explicación a los precios de los activos y sus movimientos.
El análisis fundamental se basa en la información que tenemos sobre la acción, la compañía que representa, su desempeño comercial, su solidez en el tiempo y las perspectivas de crecimiento.
El análisis técnico, por su parte, se centra en el comportamiento de los precios de las acciones en el mercado, sin importar los fundamentos de la compañía que representa.
Me hablaban de análisis técnico y me imaginaba una actividad vinculada a la clarividencia, la magia y la astrología.
Pero a medida que me fui metiendo en el tema, descubrí las propiedades de esta rama del análisis y sus beneficios en la apasionante actividad del trading.
Una de las personas que hizo que cambiara radicalmente de opinión fue Charles Dow.
Fue él quien, a través de su teoría, me transmitió la idea de que las acciones pasan por diferentes ciclos, por momentos alcistas y bajistas.
Y que es importante saber en qué momento del ciclo estamos para saber si conviene comprar o vender acciones.
Por si no lo conoces, Charles Henry Dow fue un periodista y economista estadounidense que es considerado uno de los pioneros del análisis técnico.
En la segunda mitad del siglo XIX, estudió los movimientos de precio de las acciones y volcó sus conocimientos en 255 editoriales publicadas en el Wall Street Journal, que luego fueron recopiladas para darle forma a lo que se conoce como La Teoría de Dow.
Con base en los precios de cierre del mercado, la Teoría de Dow se sustenta en seis principios básicos de lo que hoy conocemos como análisis técnico y que vienen rindiendo desde hace 150 años. Pasemos a verlos:
Esto es, los inversores operan en base a toda la información al alcance que afecta los activos y la incorporan a los precios.
Por ejemplo, si la economía crece a un ritmo más rápido que el que se esperaba, es probable que las empresas obtengan mayores ganancias. Si las empresas ganan más, tienen más dinero disponible para invertir, supongamos, en nuevos proyectos y en su crecimiento, o en cancelar deuda para mejorar su situación financiera.
Entonces mayores ganancias representan mayores flujos de ingreso que se traducen en mayores precios de las acciones.
Apenas se conoce esta información los operadores compran y venden en consecuencia. En este caso, llevan las acciones hacia precios mayores. Así es como el precio refleja toda la información previa que han tenido los operadores.
a) La primaria, que dura más de un año y es la principal dirección del mercado.
b) La secundaria, que es más breve (de semanas o meses) y corrige la tendencia primaria
c) La menor, que se mueve dentro de la secundaria y en sentido contrario. Dura menos de 3 semanas.
En este punto, lo importante es distinguir la dirección de los tres tipos de tendencia para descifrar la dirección del mercado y no ir contra él.
La fase de acumulación de una tendencia alcista comienza con la compra de los inversores con mayor información, luego de que el mercado asimiló e incorporó todos los eventos negativos posibles. Generalmente se trata de grandes bancos, fondos de inversión e inversores institucionales (los llamados “peces gordos”).
La fase de participación se inicia una vez que se confirma que la tendencia pasa de ser bajista a alcista. Ahí es cuando los inversores minoristas (como vos y yo), que seguimos la tendencia, nos incorporamos al mercado.
Los precios aumentan rápidamente, al mismo tiempo que ocurren eventos positivos que le dan sustentos a la suba.
La fase de distribución, finalmente, ocurre cuando los eventos positivos sobre la economía se vuelven masivos. En los diarios leés sobre los récords históricos de la bolsa, en la radio el comentarista dice algo sobre esa acción, escuchás en una mesa de café cercana que es momento de invertir en bolsa, que “esos se están llenando”.
En esos momentos, el aumento de precios puede manifestarse de dos formas. Puede que suba, pero lentamente, sin tanta fuerza como antes. O puede acelerar su ritmo hacia un movimiento alcista final, reflejo de la euforia del mercado. Es en esta fase cuando los peces gordos que compraron en la fase de acumulación empiezan a vender para tomar ganancias.
Si dos índices que están muy relacionados se mueven en el mismo sentido, la tendencia se refuerza.
Por ejemplo, si el “Dow Jones” y el “Dow Jones Transportes” registran mínimos y máximos crecientes en simultáneo, podemos asegurar con mayor firmeza que el mercado se encuentra en una tendencia alcista. Y si ambos índices marcan mínimos y máximos decrecientes, que la tendencia es claramente a la baja.
Pero si los dos índices se mueven en sentido opuesto, el mercado duda y entra en un estado gris, de no confirmación, y deja de existir una clara tendencia.
La comparación de los movimientos entre los índices relacionados sirve para darle fuerza a la idea que se tiene acerca de la dirección de la tendencia.
La cantidad de papeles operados debe aumentar cuando el precio se mueve en el sentido de la tendencia y disminuir cuando el precio corrige. Es decir, en una tendencia alcista, cuando los precios suben, el volumen aumenta. Del mismo modo, los precios bajan cuando el volumen disminuye.
Por su lado, en una tendencia bajista, la cantidad de activos transados aumenta con la caída de los precios y desciende con la suba correctiva. Detrás de este principio está la noción de “pelea” constante en el mercado entre las fuerzas compradoras y vendedoras.
Por ejemplo, si una acción en particular es muy demandada y poco ofrecida, el precio tiende a subir.
Aquellos que quieren comprar, empujan el precio al alza para conseguir todas las acciones que desean porque entienden que el precio puede seguir subiendo.
Algunos de los que quieren vender las acciones aceptan hacerlo a esos precios ya que entienden que la acción no va a seguir subiendo. Otros que en principio pensaban en venderla, retiran las acciones de la oferta a la espera de que los precios aumenten para concretar la venta. Así se recorta la oferta mientras aumenta la demanda.
Esta información es transmitida a todo el mercado. A medida que ocurre la suba, más operadores se convencen de que la acción va a seguir en alza. Los que estaban esperando precios más bajos para comprar aceptan pagar valores más altos por miedo a perderse el rally.
La tendencia alcista gana velocidad a medida que el mercado registra esos cambios de parecer entre los inversores (además de los nuevos compradores, aparecen quienes vendieron barato y ahora compran caro para aprovechar el impulso del rally alcista que no pudieron predecir).
Vinculado a esto está el fenómeno conocido como “short squeeze”, en el que los operadores que operan en corto, es decir que apuestan a una baja del precio, para protegerse se ven obligados a recomprar las acciones si el precio de estas sube.
Una tendencia alcista pasa a ser bajista, cuando el precio quiebra el canal alcista por el que transitaba y deja de alcanzar máximos y mínimos crecientes o cada vez más altos, para marcar mínimos y máximos decrecientes o cada vez más bajos.
Lo podemos ver en el siguiente gráfico:
Estos seis principios son todavía, a un siglo y medio de su publicación, imprescindibles a la hora de operar.
Aunque no son infalibles, si los aplicas correctamente te permiten obtener retornos mayores a los que sacarías comprando y manteniendo los papeles por mucho tiempo.
Personalmente, uso estos principios a diario, tanto a la hora de invertir y proteger mis propios ahorros, como cuando hago recomendaciones en mis productos de inversión.
Mi invitación es que te acerques a los gráficos y apliques estos rendidores principios. Te aseguro que no te arrepentirás.
Bruno Perinelli es licenciado en Economía (UBA) y tiene un posgrado de especialización en mercado de capitales. Con 12 años de experiencia operando acciones, monedas, commodities, bonos y derivados, es el jefe de Trading de Inversor Global y ha estado a cargo de tres servicios de análisis de trading. Actualmente participa como analista de mercados de Cash Flow Semanal y Súper Acciones Millonarias, y publica regularmente consejos de inversión en Mercado en 5 minutos y El inversor diario.
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