Inversor Diario

Dos experiencias que me hicieron mejor inversor

Cuando armás una cartera de inversiones, estableces diferentes tipos de objetivos y horizontes temporales que pueden o no mantenerse, dependiendo de cómo fluya la dinámica en los mercados y si continúan en sintonía con tus proyecciones. Hoy te cuento cómo podés tomar precauciones en este sentido, a partir de mi experiencia.

 

Frase memo técnica para disfrutar a pleno de tus vacaciones: “no programar la fecha de salida el primer día de una quincena o del mes si vas a manejar por carretera”.

Parece una idea bastante básica y hasta de sentido común. Pero te confieso que me tropecé por segunda vez con esta piedra recientemente.

En el año 2017, con mi familia emprendimos unos días de esparcimiento hasta la Costa Atlántica argentina en el mes de febrero. Más específicamente, nos dirigimos al balneario de Cariló. Sin chequear el calendario previamente, iniciamos el viaje justo el día de cambio de quincena. Hacer 320 kilómetros me llevó 12 horas de manejo.

Con mi esposa, nos juramos no volver a cometer ese error. Tres años después, nos estábamos recordando esa anécdota mientras padecíamos la congestión del tránsito camino al mismo balneario.

No nos llevó 12 horas llegar a destino el pasado 1 de febrero, pero fueron 9 horas larguísimas en las que nos reprochábamos haber cometido el mismo error.

Así, una parte no menor de la paz y relajación que habíamos conseguido en la Patagonia argentina la semana previa, se perdió intempestivamente en apenas horas en nuestro camino a la playa.

Tengo que confesarte que en más de una oportunidad pensamos en cambiar de rumbo, abandonar la idea de ir a la costa atlántica y buscar un nuevo destino. Sin embargo, con el alojamiento pago la fórmula costo / beneficio no era del todo satisfactoria.

Cuando llegamos al lugar, rápidamente nos desentendimos de la anécdota, pero claramente fue una lección que nos deja una enseñanza para no volver a cometer ese error.

¿Qué tendrá que ver esto con tus inversiones?, te preguntarás.

Mucho.

Hay dos cuestiones fundamentales detrás de esto, que se encuentran íntimamente relacionadas con tu estrategia de inversión. Déjame contarte.

Cuando uno arma una cartera de inversiones a nivel personal, lo hace pensando en sus objetivos y plazos de inversión. Es muy común pensar que una parte de esas inversiones pueden estar destinadas al largo plazo, mientras que otra porción es más bien de corto plazo.

En ese sentido, el horizonte temporal estará alineado con las necesidades de cumplir determinados niveles de objetivos y condicionados por el riesgo que quiero afrontar.

La mencionada estrategia de inversión debe estar sustentada por una tesis analítica detrás, que es la que me hace tomar la decisión de cuáles activos financieros van a formar parte de mi portafolio, descartando los que no están alineados con las pretensiones personales.

Sin embargo, los mercados son dinámicos. Y lo que elijo hoy en base a determinados análisis y suposiciones, como así también a la expectativas que tengo hacia adelante, puede cambiar drásticamente en un abrir y cerrar de ojos.

En este sentido, como inversores siempre tenemos que estar rápidos de reflejos para interpretar los cambios y saber cuándo es el momento adecuado de cambiar el rumbo si la situación así lo amerita (¿acaso considerando el tránsito que había en mi viaje hacia la costa no debí haber cambiado de dirección y dirigirme hacia otro lugar?).

Lo peor que nos puede pasar es enamorarnos de activos financieros que fueron pensados en un determinado contexto y condiciones iniciales y cuando esto se modifica rotundamente, lo negamos y no ajustamos la estrategia a tiempo.

Para ejemplificar lo anterior, déjame contarte un caso personal.

Durante 2016 y 2017, a raíz de la llegada de Mauricio Macri a la presidencia argentina, los activos del país tuvieron un fenomenal boom alcista en los mercados. Fue una tendencia que pude disfrutar con mis inversiones personales.

Por ese entonces, pensé que iba a tener lugar un cambio estructural en el país por lo que mi idea era conservar activos argentinos en mi cartera por un período de tiempo relativamente largo.

Sin embargo, tal cual la naturaleza del país donde vivo, la alegría fue efímera y la realidad tocó la puerta del mercado, advirtiendo a los inversores.

Para marzo de 2018, la situación había cambiado rotundamente. Los mercados voluntarios de deuda se cerraron, el déficit fiscal no se podía seguir financiando y el peso comenzó a depreciarse contra el dólar. En mayo, la situación era de tal gravedad que el Gobierno acudió al financiamiento de última instancia del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Así, lo que desde mi punto de vista era una situación de emergencia transitoria, en marzo / abril, se transformó en algo mucho más profundo y peligroso en julio, cuando el peso argentino se depreció más de 100%.

Fue en ese momento que tomé una situación de raíz: vender todas mis posiciones argentinas, con algunas pérdidas en el camino, a pesar de que habían sido pensadas para el largo plazo.

Las condiciones iniciales habían cambiado rotundamente y decidí modificar el rumbo de mi cartera de inversiones. En el pasado, aprendí mucho de esto. Aun cuando una posición de inversión es pensada para el larguísimo plazo, si de fondo hay cuestiones que modificaron los cimientos del análisis, lo mejor es cambiar.

El segundo punto central del cual me gustaría hablarte es acerca de no cometer los mismos errores constantemente si uno quiere obtener resultados distintos.

Yendo a mi ejemplo personal, si deseo dejar de encontrarme con mucho tránsito en la carretera al momento de irme de vacaciones, debo evitar conducir en las fechas pico donde la única vía hacia la Costa Atlántica se encuentra colmada de automóviles.

En materia de inversiones, aprender de los errores tiene que ver con el uso eficiente de las estrategias de los “stop”.

¿A qué me refiero?

Si querés tomar posiciones de riesgo con operaciones de trading (comprar y vender activos financieros en períodos de tiempo cortos para hacer ganancias extraordinarias) debes hacerlo con mucho criterio.

Ese criterio, en parte, tiene que ver con la administración de riesgos. Y para lograrlo se utilizan los stops loss, que implica determinar una pérdida máxima tolerable para un trade que quiero hacer en caso de que no funcione como lo espero.

En este sentido, si mi posición es perdedora debo cortar la pérdida en el porcentaje máximo que tolero y que me he planteado en un principio. Para eso, se requiere disciplina.

Te lo digo por experiencia. En una de las primeras operaciones de trading que hice en mi vida, no puse un stop. Cuando mi posición comenzó a bajar, pensé que era un retroceso temporal. Finalmente, perdí todo el capital.

Allí me dije: “este error no volveré a cometerlo en mi vida de inversor”.

Como todo en la vida, la experiencia te hace crecer. En lo referido a las inversiones, tenés la suerte de que mis malos resultados pasados sirven para que vos los tomés como lecciones y no los cometas en el futuro.

A tu lado en los mercados,

Diego Martinez Burzaco

Para Inversor Global

 

Esta columna fue publicada originalmente en El Inversor Diario, el newsletter gratuito de Inversor Global en el que escriben las mentes financieras más brillantes de Estados Unidos y América Latina.

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