Las tensiones entre Estados Unidos y China podrían ascender a un nuevo nivel a partir de la reanudación de las protestas en Hong Kong, lo que podría traer consigo un nuevo episodio de volatilidad a la Bolsa.
Por Jim Rickards, desde Darien, Connecticut
Querido lector,
¿Recuerdas las protestas prodemocráticas que se produjeron en Hong Kong contra el autoritarismo chino?
Bueno, ¿qué crees? Están a punto de reanudarse. Las relaciones entre Estados Unidos y China podrían estar por deteriorarse más todavía.
¿Estás preparado para la turbulencia?
Comencemos desde el principio…
Las protestas del año pasado se dieron en respuesta a un proyecto de ley que, de ser aprobado, habría permitido la extradición de residentes hongkoneses a Beijing para ser juzgados por acusaciones realizadas en Hong Kong.
Eso habría privado a los residentes de las protecciones legales locales y, en consecuencia, hubiese abierto la puerta a tortura y ejecuciones de parte de gobierno chino.
La legislación fue propuesta por la presidenta ejecutiva de Hong Kong, Carrie Lam, a quien muchos consideran una marioneta del Partido Comunista de China.
Las manifestaciones crecieron exponencialmente y, eventualmente, involucraron a cientos de miles de personas.
Asimismo, la lista de demandas creció para incluir más democracia, libertad y adhesión al estado de derecho en Hong Kong.
Gracias a las redes sociales, el mundo entero presenció estas protestas.
El proyecto de ley original que causó el descontento fue desechado en octubre pasado, una victoria para los manifestantes prodemocracia.
Si bien el conflicto no había llegado a su fin, las tensiones disminuyeron y, en gran medida, el asunto quedó en el retrovisor.
O eso pensábamos. Aquí viene la segunda parte…
El parlamento comunista de China se está preparando para implementar una legislación que prohíbe la “traición, secesión, sedición (y) subversión” en Hong Kong.
Esto es diferente a la legislación anterior, pues en se origina en Beijing, no en Hong Kong. Es un ataque directo a la democracia hongkonesa. La idea es que el parlamento chino simplemente introduzca la legislación en la constitución de Hong Kong.
Se prevé que este proyecto de ley será aprobado en los próximos días.
Activistas en favor de la democracia han convocado protestas masivas en respuesta a lo que consideran (con buena razón) una invasión china a su autonomía.
Este podría ser el comienzo de una nueva ronda de protestas, con tal vez incluso más involucrados que la última vez. La reacción de gobierno será clave en este asunto.
¿Intentarán sofocar las protestas por la fuerza? Eso podría tener consecuencias importantes.
Ayer llegaron noticias de que el Senado estadounidense está introduciendo una legislación bipartidista pensada específicamente para este asunto. Se trata de sanciones que serán aplicadas a los funcionarios y entidades comerciales que hagan cumplir la nueva ley china.
El presidente Trump advirtió ayer que Estados Unidos reaccionaría “con fuerza” a la legislación del parlamento chino.
En respuesta, el Ministerio de Relaciones Exteriores de China advirtió que Beijing “contraatacaría” ante cualquier interferencia estadounidense.
Debido al pésimo manejo de Xi Jinping y compañía ante el brote inicial de coronavirus, las relaciones entre Estados Unidos y China ya están bastante mal. Ahora, este nuevo conflicto podría sumar leña al fuego.
La situación podría volverse muy interesante.
Al mismo tiempo, esto no debería ser una sorpresa para nadie. La trayectoria actual de las relaciones entre Estados Unidos y China está siguiendo un patrón bien conocido.
Todo comenzó con la guerra de divisas…
Cuando publiqué en 2011 mi primer libro, Guerras de divisas, señalé que estos conflictos de moneda no están presentes constantemente, pero que cuando emergen pueden durar 15 o 20 años.
Eso es porque estas situaciones no son más que un ida y vuelta constante, con devaluaciones que, al largo plazo, no ayudan a nadie y empeoran todo.
Los lectores pensarán: “está bien, entiendo la idea, ¿pero cómo lleva esto a otros conflictos?”
Simple: las guerras comerciales. Una vez que las devaluaciones monetarias fallan, los países recurren a los aranceles para frenar las importaciones y estimular sus propias exportaciones.
Ahí es donde están ahora Estados Unidos y China, con la guerra comercial en curso (que podría empeorar).
Y sin embargo, ese también es un callejón sin salida desde una perspectiva económica. Nuevamente, la pregunta es: ¿qué viene después?
Con la historia como guía, podemos ver que el patrón de hoy es una repetición de lo que pasó en las décadas de 1920 y 1930.
Primero vinieron las guerras de divisas (1921-1936). Luego las guerras comerciales (1930-1934) y finalmente una guerra violenta (1939-1945).
¿Será que Estados Unidos está encaminado hacia otro conflicto así con China? Las señales no son buenas.
Los aranceles de la guerra comercial pueden usarse como herramientas para alcanzar objetivos geopolíticos. En este caso, Trump los está utilizando para castigar a China por su negligencia criminal (o en el peor de los casos, intencional) en relación con la propagación del coronavirus al resto del mundo.
Esto también tiene precedentes históricos.
Entre junio y agosto de 1941, el presidente Franklin Roosevelt impuso un embargo al petróleo japonés; también congeló las cuentas de Japón en los bancos estadounidenses.
En diciembre de 1941, los japoneses tomaron represalias con el ataque furtivo a Pearl Harbor. ¿Será que ahora China intensificará sus represalias hasta el punto de un conflicto armado?
Pronto lo descubriremos. Hay que mantener un ojo puesto sobre en el Mar del Sur de China o el Estrecho de Taiwán.
Como si los inversores no tuvieran ya suficientes preocupaciones, aquí hay otro factor a considerar.
Prepárate para que la tensión geopolítica entre los gigantes de occidente y oriente se intensifique. La historia no se repite, pero sí rima.
Es hora de redoblar la apuesta en activos de protección para tu capital.
Saludos.
Jim Rickards
Para Inversor Global
Abogado y economista. Fue asesor de la CIA y el Pentágono y hoy es uno de los analistas financieros más leídos en Estados Unidos. Cuenta con 35 años de experiencia analizando exitosamente el contexto macroeconómico global. Gracias a una alianza con Agora Financial de Estados unidos, en Inversor Global es editor para Inteligencia Estratégica.