Estados Unidos bombardeó objetivos en Irán y los mercados reaccionaron con miedo. ¿Todos? No. Bitcoin cayó, pero rebotó con fuerza y cerró la semana fortalecido. ¿Estamos ante una nueva etapa para la criptomoneda líder? ¿Puede convertirse en el nuevo oro digital en tiempos de incertidumbre?
Por Iñaki Apezteguia
Parece que fue hace mucho, pero no han pasado dos semanas de esto…
Mientras el mundo se despertaba con la noticia de un ataque militar de Estados Unidos sobre Irán, muchas personas hicieron lo que haría cualquier inversor responsable: miraron los mercados.
El petróleo subió. Las bolsas titubearon. Y Bitcoin… cayó. Pero solo por un momento. Porque a las pocas horas, lo que vimos fue un fenómeno que cada vez se repite con más frecuencia: Bitcoin rebotó. Y no solo rebotó. Se fortaleció.
Ese día, el precio bajó hasta los USD 98.000 y luego recuperó por encima de los USD 101.000. No es un movimiento menor.
Se trata de señales que, como inversores, no podemos dejar pasar. Porque dice algo profundo sobre la función que está empezando a cumplir Bitcoin a nivel global: la de refugio de valor.
Durante décadas, cuando había guerras, recesiones o catástrofes, el dinero se movía hacia el oro. No porque generara renta, sino porque era escaso, resistente y fuera del sistema político. Hoy, con una arquitectura completamente digital, Bitcoin está empezando a cumplir ese mismo rol.
No lo digo solo por la reacción de precio. Lo digo porque veo cómo se comporta el capital. La dominancia de BTC dentro del mercado cripto subió al 65,7% tras el ataque, desde el 63% registrado la semana anterior. Eso significa que, ante el miedo, los inversores vendieron altcoins y se refugiaron en el activo más sólido del ecosistema.
Los ETFs también acompañaron esta tendencia. En los tres días posteriores al bombardeo, los fondos spot de Bitcoin en Estados Unidos registraron entradas netas por más de USD 250 millones. Esto confirma que no solo el retail busca cobertura: los institucionales también ven a Bitcoin como escudo.
También lo veo en las narrativas que se instalan. En los bancos centrales hablando de regulación. En las empresas que suman BTC a sus balances. En los candidatos presidenciales que lo nombran como alternativa a un sistema financiero agotado. De hecho, el número de empresas que cotizan en bolsa y tienen Bitcoin en su balance casi se duplicó en lo que va del año.
Claro que todavía hay volatilidad. Bitcoin no está exento de sobresaltos. Pero esa es justamente su prueba de fuego: que aún con oscilaciones de precio, esté logrando mantener el interés, sostener una base de usuarios creciente y fortalecer su legitimidad institucional.
A lo largo de los últimos años, lo he visto sobrevivir a todo tipo de escenarios: desde prohibiciones estatales hasta crisis internas de escalabilidad. Y sin embargo, cada vez que se lo pone a prueba, vuelve con más fuerza. Es un patrón. Y en las inversiones, los patrones valen más que las predicciones.
Esta semana, lo que pasó en Medio Oriente puso a prueba algo más que la diplomacia internacional. Puso a prueba nuestra tesis. La de que Bitcoin no es solo una tecnología. Es una idea. Una forma distinta de resguardar valor. Una alternativa frente a los excesos de impresión monetaria, la centralización de poder financiero y la fragilidad geopolítica.
Por eso desde Cripto Gold mantenemos a Bitcoin como el eje de nuestra estrategia. No como una apuesta especulativa, sino como una base sólida sobre la que construir. Todo lo demás —las altcoins, las nuevas tácticas, los movimientos de corto plazo— gira alrededor de esa convicción.
Si estás empezando en este mundo, mi sugerencia es simple: empieza por entender bien qué es Bitcoin y por qué cada vez más personas lo consideran un refugio moderno.
La semana pasada fue una muestra más. Una validación silenciosa. En medio del fuego cruzado, Bitcoin no se escondió. Dio un paso al frente.
Y cuando el mundo tiembla, eso vale mucho más que cualquier gráfico.
Hasta la próxima,
Iñaki Apezteguia
Para Cripto Gold
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