La semana pasada vivimos otro ataque al ahorro de los argentinos.
La decisión unilateral y compulsiva de postergar los pagos de las Letras del Tesoro significa otro episodio de incumplimiento del Gobierno.
Así se evapora la poca confianza que al inversor le quedaba en el sistema financiero argentino.
Aquellas personas que habían comprado antes del 31 de julio las Letes, Lelink y Lecap que están por vencer se salvaron: cobrarán toda la deuda.
Pero muchas empresas invirtieron su capital de trabajo en Fondos Comunes de Inversión o directamente en las Letras. A raíz de esta medida, su capital disminuyó considerablemente y ahora están teniendo problemas para pagar los sueldos.
Miles de ahorristas trajeron más de 100 mil millones de dólares en el blanqueo de hace tres años. Pagaron la multa y tuvieron que bancarse la suba del Impuesto a los Bienes Personales y la sanción del Impuesto a la renta financiera. ¡Y ahora esto!
Me pregunto: después de este nuevo default, ¿quién va a volver a traer sus ahorros?
El mercado de capitales necesita alimentarse de ahorro para destinarlo a proyectos de inversión. Pero los numerosos episodios de incumplimiento historia argentina lo vuelven raquítico.
Engranaje del sistema financiero
El mercado de capitales cumple una función vital en la economía. Conecta el ahorro de las familias, empresas y otras organizaciones con los proyectos de inversión de las compañías que requieren esos fondos para su puesta en marcha.
El crecimiento económico de un país y el desarrollo de su mercado de capitales están estrechamente vinculados.
Un mercado desarrollado ofrece, a quienes tienen una capacidad de ahorro, una amplia variedad de activos financieros que resguardan e incrementan el valor del capital a lo largo del tiempo.
El mercado recolecta información del contexto, de las preferencias de los ahorristas: cuánto buscan ganar y qué riesgos están dispuestos a asumir. Y, a partir de los resultados que obtiene, ofrece desde instrumentos de bajo riesgo, como los bonos soberanos de corto plazo, hasta títulos de deuda de largo plazo, acciones y los volátiles derivados.
Cuanto mayor sea el ahorro que se vuelque en el mercado de capitales, más empresas pueden acudir a él para conseguir el financiamiento necesario para desarrollar sus proyectos de inversión.
La puesta en marcha de estos proyectos implica la contratación de nuevos trabajadores, quienes perciben sueldos a cambio, que gastan en supermercados, shoppings y negocios de la Argentina y el exterior. Y aquellos con capacidad de ahorro invierten “lo que les queda” en el mercado de capitales.
De la misma manera, si los proyectos funcionan, las empresas obtienen una ganancia, que luego de cumplir con las obligaciones laborales, impositivas y financieras, las reinvierten en otro de sus proyectos o en el mercado de capitales y/o las distribuye entre sus dueños.
Así se genera un círculo virtuoso de crecimiento económico.
Ahora bien, ¿qué es lo que frena el desarrollo del mercado de capitales argentino?
Además de los incumplimientos seriales de nuestros dirigentes, el hecho de que vivimos en una economía estancada desde hace ocho años. Si nos extendemos más en el tiempo, desde hace siete décadas nuestro país alterna momentos de acelerada expansión económica con períodos recesivos que, en algunos casos derivaron en crisis sociales de considerable gravedad.
Gastar más de lo que producimos es el protagonista omnipresente en la historia argentina reciente, del cual que se derivan los episodios de elevada inflación, las crisis de deuda y las megadevaluaciones.
Probablemente nos pese haber sido la primera potencia mundial a fines del siglo XIX y haber estado entre las 10 economías más grandes del mundo en las primeras décadas del último siglo. Y tal vez creamos que tenemos que volver a estar nuevamente entre los mejores porque, por alguna razón, “nos lo merecemos”, aunque los salarios estén por debajo de lo que producimos.
Eso nos lleva a querer gastar de más para hacer crecer la economía rápidamente y recuperar el terreno perdido en las crisis. Los distintos gobiernos fomentaron los períodos de crecimiento económico acelerado que alientan el consumo excesivo y la inversión de corto plazo, y que terminan impulsando la inflación y el sobreendeudamiento: el cóctel ideal para el surgimiento de nueva crisis.
Del auge a la depresión y de la depresión al auge, es la historia de una economía bipolar en permanente repetición de la cual parece que nunca vamos a aprender.
En este contexto volátil e incierto, es muy difícil planificar a largo plazo. Muchos de los que pueden ahorrar compran dólares y los guardan debajo del colchón o en una caja de seguridad. O los transfieren al exterior para invertirlos en activos más seguros en países estables.
Así es muy complicado que un país crezca.
Para que un país crezca, en forma sostenida y conjuntamente con su mercado de capitales, es necesario que se fomente el ahorro.
¿Cómo hacerlo si las necesidades que van surgiendo son cada vez más urgentes?
El gobierno de la gestión Cambiemos pasó de querer bajar la inflación a un dígito en el trascurso de cuatro años a buscar controlar día a día el dólar y los precios asumiendo costos altísimos para la actividad económica y el riesgo de una eventual espiral inflacionaria futura.
Está claro que la estabilización del dólar y de los precios es necesaria para poder dar los siguientes pasos. En una economía estable, que fomente el esfuerzo y proteja la propiedad privada, con baja inflación y sin los posibles focos que generen inflación futura o crisis de deuda (déficit fiscal y cuasifiscal) el ahorro se vería fortalecido y los plazos de inversión se irían alargando.
Ese ahorro se canalizaría a través del mercado de capitales argentino, lo que permitiría que se materialicen muchos proyectos de inversión creadores de valor y empleo, y que surjan nuevos instrumentos de inversión acordes a las preferencias de los ahorristas.
Ojalá dentro de unos años estas palabras sean historia, frases obsoletas del pasado. Pero es probable que no, que sigamos en la misma rueda de crisis, recuperaciones y planificación cortoplacista.
De ser así, tené en cuenta que siempre, en el mercado local, vas a tener que ponderar la ganancia no solo en términos de la ganancia en sí, sino de las pérdidas implícitas por devaluaciones e inflación.
A la hora de pensar tu cartera y diversificarte, asegurate un plan que te salve las complicaciones del mercado de capitales argentino.
Hasta la semana que viene,
Bruno Perinelli
Para INVERSOR GLOBAL
Bruno Perinelli es licenciado en Economía (UBA) y tiene un posgrado de especialización en mercado de capitales. Con 12 años de experiencia operando acciones, monedas, commodities, bonos y derivados, es el jefe de Trading de Inversor Global y ha estado a cargo de tres servicios de análisis de trading. Actualmente participa como analista de mercados de Cash Flow Semanal y Súper Acciones Millonarias, y publica regularmente consejos de inversión en Mercado en 5 minutos y El inversor diario.