Tras un cúmulo de idas y vueltas, y mucha especulación por parte del periodismo, Mauricio Macri finalmente dio a conocer a su última conquista política.
Para sorpresa de varios, ya que muchos esperaban una persona del seno del radicalismo, el presidente lanzó una Pokebola y capturó a Pichetto, un peronista civilizado pero de raza, que estuvo al lado de todos y cada uno de los dirigentes que encabezaron el PJ desde que Carlos Saúl Menem se hizo del cetro presidencial durante los “gloriosos” 90s.
Si bien a priori la designación del vicepresidente es algo que generalmente resulta cuasi irrelevante, en esta oportunidad parece haber cobrado una relevancia pocas veces vista.
¿Qué quiero decir con esto? Generalmente el vicepresidente es, lo que se denomina en la jerga criolla, un 4 de copas. Basta con ver a la nefasta Gabriela Michetti, cuya presencia femenina -un activo político valorable en estos tipos de ecualismos colectivistas- junto con sus ignorantes (y desafortunados) comentarios de Twitter, parecen haber sido su mayor aporte durante la gestión.
Habiendo dicho esto, como recién te adelanté, el asunto es que Pichetto no sería “un vice más”.
Y esto se le suma al también sorpresivo anuncio de CFK como vicepresidente de Alberto Fernández.
Así, parece que este octubre tendremos en carpeta a las vicepresidencias más relevantes en décadas.
Y, hasta tal vez de la historia.
¿Quién es realmente Pichetto y qué le suma a Macri?
Miguel Ángel Pichetto es senador y presidente del bloque del PJ desde fines de 2002. A esa banca llegó con el apoyo de Menem.
En cuanto a su formación, el mismo estudió derecho en la UNLP, luego radicándose en Río Negro para iniciar su carrera política.
Durante la época del kirchnerismo se mantuvo como aliado, consiguiendo ser reelecto como senador en 2013, aunque perdió las elecciones a gobernador de 2015.
Ya con el arribo de Macri y Cambiemos a la presidencia, Pichetto rompió con el FPV, y conformó el Bloque Justicialista. Con este bloque se encargó de negociar leyes con el oficialismo, entre ellas el pago a los holdouts y la muy resistida reforma previsional.
Luego, desde la misma presidencia del bloque justicialista y junto con Juan Schiaretti (Gobernador de Córdoba), Juan Manuel Urtubey (Gobernador de Salta) y Sergio Massa (Líder del Frente Renovador), armó “Alternativa Federal”, un amor efímero entre varios dirigentes afines al peronismo, que terminó dinamitándose en las últimas semanas.
Habiendo introducido a este particular personaje de la política local, queda claro lo que trae a la mesa de Macri: relación directa con la casta de dirigentes peronistas.
Esto implicaría, a grandes rasgos, dos puntos positivos para el oficialismo:
- Mayores chances electorales para Macri: desde este anuncio de fórmula a principios de junio y hasta fines de octubre, cuando tengan lugar las elecciones, Pichetto estará trabajando para alinear gobernadores. Schiaretti es el plato fuerte.
También es importante destacar que irá también a buscar a los peronistas confundidos sobre el salto de Massa al kirchnerismo.
Con todo, hoy Macri estaría mejor perfilado que hace algunas semanas para las presidenciales.
- Mayor gobernabilidad: Por otro lado, Pichetto no solo sumaría mayores chances electorales sino que, en caso de que Macri sea elegido, también sumaría una cuota importantísima de gobernabilidad.
De esta manera, con Pichetto en sus filas, Macri estaría trabajando con una mayoría agravada virtual en el Congreso, lo que sería clave si es que realmente tiene intenciones de llevar una agenda de ordenamiento de las cuentas públicas, que necesariamente tendría que pasar por la aprobación legislativa.
Como se puede ver, al menos desde el lado de Macri, la adición del pragmático Pichetto ha sido una gran jugada política. Tal vez la mejor desde que llegó al poder.
Tal es así, que esta estrategia parecería haberlo revitalizado (o al menos así lo interpretan los mercados) ya que, por la pésima coyuntura económica, hasta hace unos días parecía que a Macri se le escapaba la chance de 2019 de sus manos.
Mercados exultantes
Ante esta situación, la reacción de los mercados no se hizo esperar.
En tan solo 3 ruedas, el tipo de cambio cayó casi 3%, al tiempo que el S&P Merval superó por primera vez los 40.000 puntos tras mostrar un salto de más de 12%. A su vez, la curva de bonos también tuvo un alza muy significativa y el Riesgo País colapsó desde los 932 puntos hasta niveles cercanos a los 850 puntos.
Este sería el rally de activos argentinos más significativo desde 2016, momento en el cual nos encontrábamos en pleno optimismo, al inicio de la gestión macrista.
Estos son los grandes números:
Como se puede observar, la mejora ha sido notable y resulta aún más significativa si tenemos en cuenta la performance de días anteriores. O sea, si bien es cierto que ‒por ejemplo‒ el Riesgo País tuvo un llamativo colapso de casi 9% en 3 ruedas de mercado, lo cierto es que si ampliamos el horizonte a un par de semanas, el mismo pasó de los 1000 puntos hasta esos 850, lo que implica una caída del 15%.
Una cifra espectacular.
Analizando la sostenibilidad del “efecto Macrichetto”
Como he comentado más arriba, Pichetto contribuye a apuntalar la hipótesis de que, al menos, la peor barbarie de la política argentina no se impondría en octubre.
El asunto es que eso no es una buena noticia en sí.
El peor escenario ahora tiene una menor probabilidad de ocurrencia, pero solo para darle algo más de lugar a un escenario un poco menos malo.
O sea, es importante que tengamos en cuenta que todos los escenarios posibles van de malos a muy malos.
No hay escenario bueno en el horizonte.
Entonces, nada de todo esto es una buena noticia en términos absolutos (o sea, en sí misma), sino que, en todo caso, esto solo resulta una buena noticia en términos relativos.
Es absolutamente crucial entender esto para no subirnos al caballo del triunfo antes de tiempo, y así evitar ver destrozadas nuestras esperanzas de un país mucho mejor cuando el tiempo transcurra.
Tal como comenté en Twitter este miércoles, Macri nos dejará con una presión tributaria récord, la inflación más alta en casi 30 años, un PIB per cápita en niveles de 2007, la pobreza en casi 35%, y todo habiendo incrementado en al menos 40 puntos la deuda en términos del PIB.
¿Acaso debería alegrarme porque este individuo tiene ahora mayores chances de ganar en octubre?
Entiendo el enfoque pragmático de “Civilización Vs. Barbarie” pero creo que, así y todo, nunca hay que dejar de ejecutar el ejercicio estoico de mirar las cosas con mayor perspectiva, para dimensionar, en este caso, lo que muchos parecen festejar apresuradamente.
Creo los argentinos tenemos la vara muy baja. Es que parece nos hemos acostumbrado a una mediocridad crónica.
Y lo más triste de todo esto es que esta mediocridad que te menciono, es, en realidad, el mejor escenario posible al que podemos aspirar.
Es que los problemones macroeconómicos siguen ahí, y son gravísimos.
Como resultado, sigo pensando igual: con o sin Pichetto, el escenario base es que Argentina enfrenta una mega-crisis macroeconómica en el mediano plazo.
¿Tendrá mejores chances de surfearla con Pichetto alineando el Congreso? Tal vez, pero así y todo el desafío resulta demasiado grande.
Algo que requeriría de una hazaña heroica.
Como consecuencia, lo único que veo es que se acaba el tiempo, y todavía ni siquiera hay respuestas serias que pretendan atacar los problemas estructurales.
Lo que nos azota no se resuelve simplemente lanzando una pokebola al terreno rival.
Hasta la semana próxima,
Juani Fernández