Una de las reservas naturales más importantes del globo está en llamas y ha sido noticia mundial.
Bueno, Peronia también está en llamas, pero por otros motivos.
Sí, finalmente Peronia ha entrado en la fase “incendiaria”. Una situación en la que el fuego ya avanza de manera totalmente descontrolada y pasamos a depender, en buena medida, de eventos fortuitos, como la posibilidad de una lluvia o algún maná del cielo de otra índole.
Esto era una fase absolutamente esperable, pero no por ello menos atemorizante.
En esta nota voy a intentar resumir lo ocurrido y lo que creo ocurrirá en el corto plazo.
Empecemos…
El default más obvio de la historia
Como te advertí en un sinfín de notas, Peronia iba derechito al default.
Ese default finalmente ha llegado, y ocurrió el día miércoles 28 de agosto a manos del equipo económico liderado por Hernán “4 de copas” Lacunza.
Si bien el default tal vez tuvo lugar unos meses antes de lo que se esperaba, era absolutamente ineludible.
Era obvio que iba a haber una “pared financiera” para esta época. Si bien nadie esperaba los resultados electorales que tuvimos, lo cierto es que, incluso con las encuestas dibujadas, la elección para Macri estaba lejos de estar asegurada.
Justamente, en esta nota de hace más de un año advertí las posibles complicaciones que podían darse dado el empañado panorama electoral:
No haber hecho la tarea en tiempo y forma ha “debilitado las defensas” del oficialismo. Y hoy, en el extremo, ya acorralado por una coyuntura política y financiera casi imposible de manejar, el oficialismo ha reconocido a vox populi que no podrá hacer frente a la deuda de corto plazo.
¿Por qué ocurrió esto?
El macrocontexto era altamente tóxico. Por ejemplo, el Riesgo País ya había superado la friolera de 2000 puntos. Una cifra catastrófica; recordemos que nuestro análisis de sostenibilidad de la deuda ya advertía dificultades para repagarla en caso de que el Riesgo País supere los 800 puntos. Bueno: estamos en 2000 puntos. 100% impagable.
Nadie quiere papeles argentinos. Tal es así que algunos bonos ya cotizan a la par con bonos como el de PDSVA, la petrolera venezolana.
Todo dicho.
Así y todo, con necedad, el macrismo hasta hace algunos días todavía creía que había algo de margen de acción.
Ese optimismo adolescente duró hasta el 28 de agosto, cuando la licitación de Letes fue declarada desierta.
Sí, escuchaste bien. La renovación fue de tan solo el 5%, cuando el histórico marcaba 88% (Ver gráfico).
Ante estas circunstancias, y en un entorno donde el BCRA ya tiene un limitado poder de fuego (algo agravado por la demora del desembolso del FMI), Lacunza no tuvo otra más que defaultear parte de los papeles.
Esta es la “letra chica” oficial:
Como se puede observar, se trata de un default selectivo, maquillado de “reperfilamiento” donde no habría, en principio, quita de capital ni intereses.
En lo estricto, es un default con algo menos de cafeína.
Básicamente, “patearán” el pago de Lecap, Letes, Lecer y Lelinks, reperfilando de manera compulsiva dichos instrumentos.
Está claro que esto genera un perjuicio a los tenedores.
Otra vez, Peronia ha defaulteado una deuda.
Aclaración: para el que considera que esto no es default, le sugiero revisar la respuesta de ISDA, el organismo encargado de decretar cuándo hay o no default, del cual se valen los CDS para ejecutarse.
¿Qué sigue?
Queda claro que de esto no puede salir nada demasiado bueno.
La situación es altamente crítica.
– Las súper tasas ya son obsoletas.
– Es probable que el FMI no realice el desembolso de USD 5.400 millones en tiempo y forma.
– La liquidación de activos argentinos avanza cual fuego en el Amazonia. Nadie quiere papeles locales. Tal es así que se han frenado rescates por parte de la cámara que regula los FCIs.
– El público minorista también está sacando sus depósitos de los bancos, tanto en pesos como en dólares.
Dada la situación, resulta es altamente probable que el tipo de cambio continúe avanzando. De hecho, podría haber una corrida cambiaria y bancaria formidable.
En el caso extremo, no descarto que se tomen medidas de fuerza mayor, como un tope a los retiros de dólares de los bancos antes de octubre.
Sí, entendiste bien, estoy hablando de un corralito como algo factible en el corto plazo.
Es que, dado el mindset “emparchador” del oficialismo, no me sorprendería que, en caso de que se recrudezca la corrida cambiaria y bancaria apelen a métodos bizarros de contención, como el viejo y querido “corralito” que presenciamos en la decadencia de la convertibilidad.
De nuevo, no quiero ser reiterativo, pero esto fue anticipado “n” cantidad de veces.
Peronia era y es un esquema Ponzi. No hay ni había forma de repagar las deudas, sobre todo teniendo en cuenta a la clase política a cargo de ello.
Pero la crítica no se resume netamente a la clase política. Los periodistas y el 90% de los analistas económicos también son responsables, por convalidar la idiotez del discurso adolescente del oficialismo.
Acá hay que dejar las cosas claras: hemos estado viviendo en una burbuja. Dada nuestra productividad, deberíamos ser bastante más pobres de lo que somos hoy.
Recordemos que la productividad per cápita argentina hoy se encuentra por debajo de la de 1998. Esto implica que no hay fundamentos de fondo para superar la riqueza per cápita de dicho entonces.
Ergo, si nuestro PIB per cápita resultaba sustancialmente mayor al de fines de los ‘90, era una cuestión de tiempo para que ajuste a la baja, vía licuación.
Y es lo que ha pasado. Peronia es campeona mundial en ignorar la realidad y en subirse al tren que lleva al país de Nunca Jamás cada vez que puede.
Para los individuos que ignoran los hechos y la trayectoria natural de los mismos, siempre terminan impactando contra una pared. Un cachetazo de realidad que los vuelve a poner en su lugar.
A nivel país ocurre lo mismo.
Ya lo dijo la brillante filósofa y escritora rusa Ayn Rand:
“Podemos ignorar la realidad, pero no podemos ignorar las consecuencias de ignorar la realidad”.
Bueno, las consecuencias están llegando.
El fuego ya está fuera de control.
Hasta la semana próxima.
Juani Fernández
Para INVERSOR GLOBAL