Algunos consideran al impulso como una virtud, ya que aquellas personas impulsivas tienden a tomar decisiones sin considerar demasiados procesos analíticos previo. Ocasionalmente pueden lograr una satisfacción, pero el fracaso puede ser rotundo.
“Si lo hubiera pensado dos veces no lo hubiera hecho y, por ende, no estaría disfrutando de este momento”, justifican los defensores de esta actitud.
Otros prefieren ver el vaso medio vacío en esta cuestión. Señalan que hacer las cosas impulsivamente lleva a resultados poco placenteros, que no se tendrían que afrontar si se hubieran evaluado correctamente los riesgos y beneficios de forma previa.
A nivel personal, he tenido experiencias en ambos sentidos. Sin embargo, a nivel profesional, el impulso me jugó una mala pasada. En mi etapa inicial como inversor, mi análisis previo a ejecutar una operación bursátil era muy débil, poco profesional y con escaso rigor analítico.
Mientras que los primeros resultados logrados no habían sido tan desilusionantes, la pérdida de más del 80% de una importante suma en una operación de opciones financieras me llevó a una conclusión importante: si pretendo ser un inversor profesional, el impulso tiene que quedar a un lado.
¿A qué viene lo anterior?
En este preciso momento estamos en plena temporada de balances en Wall Street. Esto implica que las empresas cotizantes comienzan a mostrar los números sobre cómo han ido sus negocios (ventas, costos, ganancias) a lo largo del último trimestre inmediato, el finalizado el 30 de septiembre pasado.
Como es esperable, este momento genera movimiento. Llega nueva información a los mercados. Es el momento en que los operadores se enteran realmente cuánto valen las empresas en las que vienen invirtiendo y el análisis de información generará movimientos de compra o de venta, optimistas o pesimistas respecto de los activos.
Es uno de los momentos del año en que los impulsos se encuentran a flor de piel para aprovechar la volatilidad que deviene de este flujo de información.
Las expectativas del inversor son amplias y se vinculan con:
1- La necesidad de saber qué tan bien o mal fueron los negocios de una firma en el pasado reciente.
2- Cómo ha sido el proceso de generación de flujo de caja por parte de la empresa. Esto implica determinar si la expansión del negocio se hizo a costa de sacrificar recursos líquidos (algo que podría comprometer el crecimiento futuro o los planes de distribución de dividendos, si los hubiere).
3- ¿Qué vendrá hacia adelante? Junto con los “números” del trimestre pasado, la empresa da a conocer su expectativa de ventas y ganancias para el trimestre que ya empezó. Ese elemento es de vital relevancia ya que convalida (o no) la expectativa que tienen los analistas y todo el mundo inversor sobre la compañía en cuestión.Hasta acá, todo fácil y simple de entender: las empresas nos muestran sus rendimientos. Esto es demasiado intuitivo, podrías estar pensando: debo apostar a las empresas con buen desempeño.
¿En qué se relaciona esto con el acto impulsivo?
En todo. Te explico por qué…
Como inversor individual, uno siempre tiene la fantasía de estar un paso adelante del resto de los inversores e, incluso, del mercado a nivel general.
Y allí existe la tentación de especular con una inversión rápida apenas las firmas van publicando sus respectivos balances. Así, el primer ejercicio mental que uno hace, y que lleva a adoptar una estrategia de inversión impulsiva, es el de comparar cuánto ganó la empresa y cuánto se esperaba que ganara.
Uno podría comprar la acción en cuestión si la ganancia por acción que ofreció fue superior a lo que se esperaba. De esta manera uno podría estar en condiciones de ganar bastante dinero con una apuesta de corto plazo mientras el resto del mercado “no se avive”.
Lamentablemente, tengo que decirte que un movimiento de esas características puede resultarte económicamente muy caro.
Mirá el siguiente ejemplo:
En la aplicación del canal de noticias CNBC que tenés instalada en tu celular, el miércoles 16 de octubre recibís la alerta de que las ganancias por acción de IBM (IBM) fueron superiores a las que esperaba el mercado. Decidís salir a comprar rápidamente el papel al considerar que es una buena oportunidad de negocios en base a la noticia.
Los resultados están a la vista.
La acción no ha parado de caer desde entonces, perdiendo casi USD 10 de su precio, un 7%.
Esto se debe a que no solamente es importante la cifra final de cuánto ganó o perdió la empresa respecto a lo que esperaba el mercado, sino que hay otros elementos que son formadores de las expectativas en los inversores.
Las ventas del trimestre es uno de ellos. La eficiencia productiva mediante los márgenes es otro. Y, finalmente, resulta trascendental lo que espera la empresa para adelante. En el caso de IBM, claramente sus estimaciones estuvieron por debajo del consenso.
No es el único caso reciente.
También en la captura de pantalla anterior viste que Netflix (NFLX) reportó una ganancia por acción que fue 41,3% superior a lo estimado. Sin embargo, el saltó inicial de 8% en la cotización de la acción, apenas recibida la noticia, se esfumó rápidamente en los dos días posteriores luego de que el management considerara que la competencia del servicio de streaming de Disney (DIS) y Apple (AAPL) erosionarán su crecimiento hacia adelante.
Aquí también el impulso te hubiera jugado una muy mala pasada.
Conclusión: La temporada de balances es mucho más que determinar si las empresas ganan o pierden dinero más allá de lo esperado. Es necesario analizar cualitativamente la información y las cifras presentadas. Para ello, emociones como el impulso deben ser dejadas de lado. Las estrategias de inversión ganadoras en el tiempo requieren de un proceso de examinación inteligente y racional por parte del inversor.
A tu lado en los mercados,
Diego Martinez Burzaco
Para Inversor Global
Esta columna fue publicada originalmente en El Inversor Diario, el newsletter gratuito de Inversor Global en el que escriben las mentes financieras más brillantes de Estados Unidos y América Latina. El Inversor Diario te permitirá acceder a información exclusiva sobre los mercados internacionales y podés suscribirte haciendo click acá.
Es economista de la Universidad de Buenos Aires con especialización en Mercados de Capitales, cuenta con más de 18 años de experiencia en los mercados internacionales. En Inversor Global es Jefe de Estrategia y editor de los servicios Crisis & Oportunidad, Situaciones Extraordinarias y Doble o Nada.