Muchos ven al bitcoin como la nueva reserva de valor para tus inversiones. Sin embargo, la primera criptomoneda aún tiene camino por recorrer para ganarse este lugar.
Casi siete años atrás, en diciembre de 2012, me encontraba preparando las valijas para viajar a Nueva York. Poder disfrutar de la Navidad Blanca en esa gran ciudad era un sueño compartido que tenía con mi esposa y mi primera hija, Josefina.
No solo la Gran Manzana tenía un atractivo propio por sus contrastes y diversidad cultural, sino que en mi caso profesional se trata de un lugar cargado de la adrenalina de los mercados financieros. Estar en Wall Street es una sensación que, para los que vivimos la actividad bursátil de manera intensa, no tiene comparación.
Por ese entonces, paradójicamente, un nuevo activo financiero estaba ganando lugar en las conversaciones informales lejos del ámbito de los inversores profesionales: el bitcoin.
Particularmente, no tenía idea de qué se trataba. De hecho, la primera vez que oí de él había sido semanas atrás, ante una consulta de un compañero de trabajo:
“¿Creés que es buena idea invertir algo en el bitcoin?”
No sabía de qué me hablaba. Jamás había escuchado de él y, por ende, no pude contestar ese requerimiento.
La criptomoneda cotizaba en torno a los USD 13, lo que hubiera sido un gran negocio a la luz de los USD 8.700 que cotiza al momento de escribir esta columna.
Para serte sincero, aún tengo una ignorancia no menor respecto al mundo de las criptomonedas. He estudiado, leído y analizado el funcionamiento del blockchain y los contratos inteligentes, pero aún me cuesta determinar el valor real.
No digo que no lo tenga. Por el contrario, especialistas en la materia señalan al surgimiento del blockchain como un cambio de paradigma completo de esta nueva era. Y seguramente sea así, pero mi mente está sesgada al análisis de las cosas desde el punto de vista del inversor.
¿Acaso el bitcoin es una buena alternativa aún?
Analicemos algunas cosas que he podido sacar en limpio.
¿Por qué el bitcoin logró aceptación?
La criptomoneda bitcoin surgió como respuesta al colapso del sistema financiero internacional de 2008. Con la explosión de toda la cadena de préstamos hipotecarios en Estados Unidos, la contaminación de todos los bancos mundiales fue inevitable.
Se verificó un crash en los mercados bursátiles sólo comparable con lo ocurrido en la Gran Depresión del 30. Para evitar consecuencias económicas de esa magnitud, los bancos centrales de todo el mundo adoptaron políticas innovadoras nunca antes aplicadas: bajaron la tasa de interés a 0% y emitieron moneda a un ritmo sin precedentes.
Por unos meses, la desconfianza fue total. No solo contra monedas que arrastraban problemas estructurales de fondo, como el yen japonés o el euro, sino también se comenzó a poner en duda al dólar como reserva de valor global.
Recuerdo que por esos tiempos comenzó a circular con fuerza la idea de la irrupción de una nueva moneda global para recobrar la confianza perdida. Se llamaba amero, pero luego se desvaneció.
Sin embargo, en las sombras nacía el bitcoin. Fue la primera criptomoneda con un fin claro: la aceptación mundial como medio de cambio y reserva de valor ante la generalizada desconfianza.
A diferencia de cualquier moneda fiduciaria, el bitcoin no iba a ser emitido en forma discrecional por ninguna entidad bancaria. Su emisión se haría mediante la minería electrónica y su cantidad máxima de emisión iba a estar predeterminada de antemano.
Con el paso del tiempo, el bitcoin ganó aceptación, tanto por usuarios, consumidores e inversores. La valoración de la cripto llegó a un máximo de proporciones inimaginables para diciembre de 2017: ¡casi USD 20.000!
En tan solo un par de años, bitcoin gestó una cantidad de “nuevos ricos” sin precedentes. La fiebre por la cripto se generalizó y fue sumando mayor exposición y marketing. La música de esta fiesta fue convocando un flujo de nuevos inversores sin precedentes, al tiempo que los sitios web que ofrecían este producto florecían a un ritmo increíblemente alto.
Todo lo anterior respetaba a rajatabla el manual de la gestación de una gran burbuja, como tantas otras que hubo en la historia moderna. Así, el fin de la euforia llegó en 2018, con la cripto pasando de los USD 20.000 a USD 3.000, dejando una gran cantidad de damnificados en su haber.
Oro vs. bitcoin, ¿cuál es mejor cobertura?
Una mirada alternativa que muchos analistas pregonan sobre el bitcoin es que puede erigirse como una nueva reserva de valor a nivel global distinto al dólar.
Históricamente, el oro ha ocupado este lugar de privilegio, respondiendo a la perfección en momento de crisis y estrés financiero generalizado. Si bien su brillo estuvo opacado en los últimos años, producto de un gran rally alcista de las acciones, el metal amarillo ha tenido un gran desempeño en 2019.
Todo indica que las recientes compras de oro por parte de los bancos centrales y de los inversores institucionales, siguen consolidando al metal en un lugar de privilegio para proteger los portafolios ante eventuales turbulencias financieras por venir.
Pero también el bitcoin ha demostrado un 2019 de recuperación. De hecho, el ETF de la cripto que cotiza en Bolsa, GBTC, ha subido un 174% en lo que va de este año:
1. Su emisión es limitada, lo que elimina la posibilidad de aumento discrecional de la oferta.
2. Su aceptación como medio de cambio se está agrandando.
3. Su desarrollo no depende de ningún gobierno o banco central.
A diferencia del oro, hay dos cuestiones que todavía deben ser puestas a prueba:
a. No tiene una track record (trayectoria) lo suficientemente larga y confiable que inspire confianza de largo plazo.
b. Aún tiene una volatilidad extremadamente alta que actúa como un factor de alejamiento para quienes buscan seguridad, valor y estabilidad.
A tu lado en los mercados,
Diego Martinez Burzaco
Para Inversor Global
Esta columna fue publicada originalmente en El Inversor Diario, el newsletter gratuito de Inversor Global en el que escriben las mentes financieras más brillantes de Estados Unidos y América Latina. El Inversor Diario te permitirá acceder a información exclusiva sobre los mercados internacionales y podés suscribirte haciendo click acá.
Es economista de la Universidad de Buenos Aires con especialización en Mercados de Capitales, cuenta con más de 18 años de experiencia en los mercados internacionales. En Inversor Global es Jefe de Estrategia y editor de los servicios Crisis & Oportunidad, Situaciones Extraordinarias y Doble o Nada.