Toda crisis trae consigo oportunidades. Aunque parezca una frase trillada, es una gran realidad que pocos saben cómo aprovechar. El camino que decidas tomar hoy marcará la diferencia en tu futuro financiero.
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Tanto mi padre rico como mi padre pobre iban a la escuela en la época en que recién comenzaba la Gran Depresión.
Esta experiencia marcó el curso de sus vidas para siempre. Uno de ellos se volvió rico gracias a las lecciones que aprendió durante la depresión. El otro, fue pobre y poco decidido financieramente toda su vida.
El padre de mi padre pobre (mi abuelo), perdió todo en la Gran Depresión. Perdió su negocio y propiedades invaluables frente al mar en la isla de Maui, Hawai. Mi abuelo era empresario, por lo que no tenía un sueldo fijo para proteger a la familia.
Cuando el negocio de mi abuelo se vino abajo, la familia de mi padre lo perdió todo. La Gran Depresión fue una experiencia terrible para ellos.
Las dificultades financieras de ese momento hicieron que mi padre pobre adoptara las ideas de tener seguridad laboral, ahorrar dinero, comprar una casa, no endeudarse y obtener una pensión del gobierno. No quería ser emprendedor. Quería la seguridad de un trabajo en el gobierno. No creía en invertir, porque vio a mi abuelo perder todo en el mercado de valores y en bienes raíces.
Mi padre mantuvo esos valores toda su vida. Para mi pobre padre, la seguridad era más importante que la riqueza. Sus recuerdos de la última depresión lo acompañaron toda su vida.
La familia de mi padre rico tuvo problemas financieros incluso antes de la Gran Depresión. Su padre estuvo enfermo durante años y falleció poco después de que comenzara la crisis. Desde muy chico, mi padre rico se convirtió en el hombre de la casa y el único proveedor de ingresos. Como era joven, sin educación y con pocas perspectivas laborales, la Gran Depresión lo obligó a convertirse en empresario cuando era adolescente. Se hizo cargo de la tienda familiar y amplió el negocio.
Aunque su familia tuvo problemas económicos, mi padre rico no pidió apoyo del gobierno. La depresión lo hizo crecer más rápido y aprendió a tener un buen desempeño financiero. Las lecciones de esa dura etapa lo convirtieron en un hombre adinerado.
La Gran Depresión marcó a los ciudadanos estadounidenses y del mundo. Porque como bien sabemos, lo que pasa en Estados Unidos tiene un efecto derrame sobre la economía internacional.
Recuerdo lo que dijo Henry Ford sobre la Gran Depresión de la década de 1930 y parafraseo: temía que no durara lo suficiente, porque de ser así, sus compatriotas no habrían tenido tiempo de aprender de ella.
Hoy, los negocios y empresas están cerrando, el desempleo aumenta alrededor del mundo, el valor de las propiedades cae y los ahorros de las personas se están agotando.
Niveles de riqueza
En mi libro Padre rico, padre pobre, menciono que la lección más importante que me enseñó mi padre rico es que los más adinerados no trabajan por dinero.
Y cuando pregunto a mis lectores cuál es la lección más importante de mi padre rico en ese libro, la mayoría no la recuerda. Creo que esto se debe a que han sido programados para “ir a la escuela y luego conseguir un empleo”. No han sido entrenados para ser dueños del negocio, sino para trabajar para este.
En otras palabras, el sistema educativo prepara a los estudiantes para formar parte de la clase media y pobre, en lugar de convertirse en personas independientes financieramente.
No es de extrañar que haya millones de personas que, como mi padre pobre, dependen del gobierno para tener un trabajo, un sueldo y una pensión. Personas que, desafortunadamente, son incapaces de ayudarse a sí mismas.
En 1970, mi padre pobre se postuló para vicegobernador del estado de Hawai contra su jefe, el gobernador. Después de que mi padre perdió las elecciones, el gobernador le prometió un Ph.D. en educación, con lo que nunca volvería a trabajar en el gobierno estatal. Mi padre murió como un hombre pobre, desempleado, dispuesto a trabajar pero incapaz de encontrar trabajo.
Tampoco me sorprende que en este momento tengamos una guerra de clases en erupción en las calles de Estados Unidos y en todo el mundo.
Básicamente, la crisis financiera global de hoy se originó en las escuelas. Los países gastan miles de millones en el sistema educativo y aun así, la brecha entre ricos y pobres es cada vez mayor.
Desempleo
Cualquier negocio del mundo, sea grande o pequeño, está tratando de recortar gastos ahora. Una de las formas más rápidas y fáciles de hacer esto es reducir la responsabilidad de la nómina despidiendo empleados.
En abril de este año, la Oficina de Trabajo y Estadísticas de Estados Unidos informó que la tasa de desempleo había aumentado del 4,4% al 14,7%, el mayor incremento mensual en la historia y la tasa más alta que se haya registrado de los datos oficiales del gobierno (que comenzaron a monitorear este indicador en 1948).
Sin embargo, esa estadística de desempleo no cuenta a las personas desempleadas que no han buscado trabajo en 30 días, o aquellos que trabajan a tiempo parcial mientras esperan trabajo a tiempo completo. Cuando agregas a esas personas al número oficial, la tasa de desempleo real es del 22,8%.
Y la situación se replica a nivel mundial.
Se estima que la tasa de desempleo durante la Gran Depresión alcanzó el 24,9%.
Educación
Nuestros sistemas escolares no han preparado a los estudiantes para afrontar la situación en la que estamos hoy. El mayor error que comete la mayoría de las personas es creer que los próximos 20 años serán como los últimos 20 años. Muchos creen que pronto superaremos este difícil momento en la economía y todo volverá a estar bien.
Nos guste o no, estamos pasando por el cambio más dramático en la historia humana. Los clichés y expresiones como “las placas tectónicas se están moviendo” y “nuestro mañana no será nuestro ayer”, son palabras de sabiduría que vale la pena escuchar. La pregunta es: ¿cambiará nuestro sistema educativo actual con nuestra evolución, o nos llevará a nuestra extinción?
La educación es más importante que nunca, pero la pregunta clave es: ¿Qué tipo de educación?
Sin una educación financiera real, es comprensible por qué muchas personas creen que la mejor manera de pagar menos impuestos es trabajar menos, o no trabajar en absoluto.
Sin educación financiera, la mayoría de la gente no cae en cuenta del vínculo estrecho que hay entre los bancos centrales y los departamos de impuestos de los países.
Sin una educación financiera real, es comprensible por qué la gente cree que hacer que los ricos paguen más impuestos es la solución a sus problemas financieros personales.
No estoy esperando una depresión. Lejos de eso.
Nadie en su sano juicio quiere que se produzca otra Gran Depresión. El primer paso para prepararte para otra depresión o afrontar cualquier crisis severa es conocer la historia, verificar los hechos, mirar hacia el futuro y tomar tu propia decisión.
Luego, debes decidir si elegir seguir la fórmula financiera de mi padre pobre o la de mi padre rico.
Hoy, a medida que las cosas empeoran, mantengo presente que mi padre rico se hizo más rico y mi padre pobre siguió siendo pobre viviendo la misma etapa de crisis.
¡Actúa con inteligencia!
Robert Kiyosaki
Para Inversor Global
Esta columna fue publicada originalmente en El Inversor Diario, el newsletter gratuito de Inversor Global en el que escriben las mentes financieras más brillantes de Estados Unidos y América Latina.
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Autor del best-seller Padre Rico, Padre Pobre, y una quincena de otros libros, es uno de los mayores gurús de las finanzas personales del mundo. Gracias a una alianza con Rich Dad Latino, en Inversor Global nos enorgullecemos de presentar Plan de Retiro Soñado, el único servicio donde Robert revela acciones puntuales para comprar y vender, y Súper Acciones Millonarias y Cash Flow semanal.