La Reserva Federal va a subir la tasa de referencia justo cuando la primera economía está desacelerándose. Este escenario nos exige que adoptemos esta estrategia selectiva y defensiva.
Estimado lector,
El jueves pasado, el Departamento de Estadísticas de Estados Unidos informó que el PIB de ese país creció al 6,9% anual en el último trimestre de 2021. El número estuvo muy arriba del 5,5% anual que esperaban los analistas.
Pero el avance de la primera economía no fue tan fuerte como parece. El 71% de ese crecimiento corresponde a “acumulación de inventarios”. Es decir, bienes que las empresas producen y no pueden vender. Sin el aporte de los inventarios, el PIB estadounidense habría crecido solo al 2% anual en octubre-diciembre.
A la larga, el efecto de los inventarios sobre el PIB es neutro. Si aumentan durante un período, disminuyen en los siguientes, cuando las compañías liquidan la mercadería que guardan en stock y producen menos.
Por lo que, en los próximos trimestres, el crecimiento de la primera economía será mucho menor, justo cuando la Reserva Federal arrancará un nuevo período de subas de tasas de interés.
La Fed se hartó de que mes a mes la inflación registre niveles máximos en cuatro décadas. Ahora quiere derribarla subiendo la tasa de referencia y absorbiendo el dinero circulante. El último miércoles el titular del organismo monetario, Jay Powell, dejó entrever que el primer incremento de la tasa de Fondos Federales será en marzo. La Reserva Federal podría levantar el costo del dinero hasta cuatro veces este año y seis veces hacia 2023. Goldman Sachs prevé que la tasa aumente diez veces en los próximos tres años.
Si la Fed sube la tasa de referencia, el costo del dinero aumenta. Los bancos toman fondos de la población estadounidense ofreciendo instrumentos a plazo con rendimientos más altos, y prestan dinero a tasas más altas.
Esto hace que algunos estadounidenses cambien el destino de parte de sus ingresos. Una porción del dinero, que iba a ser consumido o invertido en proyectos productivos, va a parar a instrumentos a plazo que pagan mayores rendimientos. Este cambio en el destino de los ingresos tiene dos efectos sobre la economía real.
Por un lado, reduce la inflación. Pero, por el otro, afecta las perspectivas de crecimiento de la primera economía. Si el consumo y la inversión son menores, el PIB de los Estados Unidos crece a un menor ritmo, las empresas crean menos empleo y los estadounidenses ganan menos dinero.
La suba de tasas también afecta directamente a las acciones. Teóricamente el valor de una compañía depende de cuánto valen hoy las ganancias que conseguirá en el futuro. Este número se conoce descontando los beneficios que se espera que la empresa consiga por la tasa de interés que representa su costo de financiamiento. Si la tasa aumenta, el valor presente de las futuras ganancias es menor, y el precio de la acción tiende a bajar. Para que la acción no caiga, las ganancias futuras de la empresa tienen que aumentar más que la tasa de interés.
En los últimos días, las acciones cayeron porque las expectativas de ganancias de las compañías no aumentaron más que lo que se espera que suba el costo de financiamiento. Cuando estas perspectivas mejoren, seguramente veamos una suba de las acciones. Pero no esperemos un rally tan extendido y empinado como el que el S&P 500 tuvo desde marzo hasta septiembre de 2020.
Con el PBI estadounidense creciendo más lento y la Fed retrayendo liquidez es probable que la inflación disminuya hacia mitad de 2022, aunque siga estando varios puntos sobre el promedio histórico del 2% anual. Este contexto genera volatilidad en las bolsas y dificulta la capacidad de generar retornos que batan la inflación. Una inversión que vaya en contra de este escenario puede dañar seriamente nuestra cartera.
Por eso, te propongo que nos adaptemos al contexto siguiendo tres simples pasos para llevar adelante una estrategia selectiva y defensiva.
En primer lugar, debemos centrarnos en las compañías “de calidad”. Es decir, aquellas empresas que ya están consolidadas en sus respectivos mercados, tienen fidelizada a su clientela, y presentan ingresos y ganancias estables. Sus acciones sobrellevan este crítico escenario mejor que el resto.
En segundo lugar, dentro de las compañías de calidad, es preferible que elijamos las compañías cuyos ingresos no dependan de las variaciones del ciclo económico. Si el PIB estadounidense se desacelera y corre riesgo de caer en recesión, los ingresos de compañías cíclicas se resienten y sus acciones bajan.
En cambio, los movimientos del PIB impactan muy poco en los números de las productoras de bienes y servicios necesarios. Las compañías de consumo masivo y de telecomunicaciones, las proveedoras de servicios públicos y de la salud y los fideicomisos inmobiliarios (REITs) no ven disminuidos fuertemente sus ingresos y ganancias cuando la economía anda mal. Por ende, sus acciones no sientan tanto las variaciones del PBI.
Lo contrario les sucede a las compañías cíclicas. Sus números sienten los períodos recesivos, lo que golpea los precios de sus acciones. Por eso, en los contextos como el actual el capital inversor rota desde las acciones cíclicas y de “mala calidad” hacia las anticíclicas y “de calidad” consideradas defensivas.
Nos quedaría el tercer y último paso: más arriba te conté que la volatilidad hace más difícil que podamos conseguir buenos rendimientos en la bolsa. Por eso, mejor centrarse en compañías menos volátiles que paguen dividendos.
Coca-Cola (KO) es un ejemplo de este tipo de acciones. Con una altísima participación en el mercado mundial de las bebidas no alcohólicas y deportivas, esta compañía conserva en épocas de crisis el crecimiento de sus ganancias del 3,8% anual y de su flujo de caja operativo del 6,3% anual. En abril, julio, octubre y diciembre, Coca-Cola paga dividendos trimestrales de USD 0,42 por acción, que rinden 3% anual sobre el precio de la acción.
Otros ejemplos de este tipo de acciones anticrisis son los gigantes del consumo masivo Unilever (UL) y Procter and Gamble (PG), el laboratorio Pfizer (PFE), la fabricante de artículos de cuidado personal y de la salud Johnson y Johnson (JNJ) y las proveedoras de electricidad Duke Energy (DUK) y Southern Company (SO).
Hasta aquí llegamos con los tres pasos para sobrellevar el volátil contexto actual.
Nos vemos la próxima.
Bruno Perinelli
Para El Inversor Diario
Bruno Perinelli es licenciado en Economía (UBA) y tiene un posgrado de especialización en mercado de capitales. Con 12 años de experiencia operando acciones, monedas, commodities, bonos y derivados, es el jefe de Trading de Inversor Global y ha estado a cargo de tres servicios de análisis de trading. Actualmente participa como analista de mercados de Cash Flow Semanal y Súper Acciones Millonarias, y publica regularmente consejos de inversión en Mercado en 5 minutos y El inversor diario.