Aunque no lo parezca, los conflictos mundiales son cada vez menos bélicos. Sostener enfrentamientos armados requiere de grandes sumas de dinero, mientras que las estrategias geopolíticas y económicas son las armas de las guerras futuras. Hoy, muchas personas caen en la trampa del entretenimiento mediático, pero los inversores inteligentes se concentran en activos que se beneficien de la geoeconomía como el gas, el petróleo o el oro.
La geopolítica desempeña un papel fundamental en las perspectivas de las economías mundiales. Pero, lo más importante hoy en día es que debemos mirar al mundo a través del prisma de la geoeconomía.
¿Qué es la “geoeconomía“? Obviamente, es un término derivado de las palabras geopolítica y economía. No hay nada nuevo en considerar esas disciplinas en el mismo contexto.
Las guerras son geopolíticas y casi siempre se ganan gracias a la capacidad industrial; que es, ante todo, económica.
La economía y la estrategia global siempre han estado entrelazadas. Lo que es nuevo es la idea de que la economía no es solo un complemento de la geopolítica, sino que ahora es el acontecimiento principal.
Esto no significa que la guerra se haya acabado o que la destreza militar ya no importe…
Significa que las principales potencias en una era globalizada basarán sus cálculos en las pérdidas y ganancias económicas, y utilizarán las armas económicas no como auxiliares, sino como armas principales.
Este cambio fue descrito al principio de la nueva era de la globalización por el pensador estratégico Edward N. Luttwak, en un artículo de 1990, titulado “De la geopolítica a la geoeconomía: Lógica del conflicto, gramática del comercio”.
Luttwak escribió que el final de la Guerra Fría y el comienzo de la globalización significaban que el conflicto armado era demasiado costoso e incierto para las grandes potencias. Los intereses económicos serían ahora el escenario de los conflictos entre grandes potencias.
Luttwak escribió:
“Todo el mundo, al parecer, está de acuerdo ahora en que los métodos del comercio están desplazando a los métodos militares con capital disponible en lugar de potencia de fuego, innovación civil en lugar de avance técnico-militar y penetración en el mercado en lugar de guarniciones y bases”.
“Aunque los métodos del mercantilismo siempre pudieron dominar a los métodos de la guerra, en la nueva era ‘geoeconómica’ no solo las causas sino también los instrumentos del conflicto deben ser económicos.”
Para ser claros, el análisis de Luttwak se aplicaba principalmente a las grandes potencias, entre ellas Estados Unidos, China, Rusia, Japón, los miembros de la Unión Europea y las naciones de la Commonwealth, entre ellas Canadá y Australia. Además, reconocía que las potencias intermedias como Israel, Irán, Irak, Pakistán, Corea del Norte y algunas otras podrían seguir considerando beneficiosa la guerra.
Este autor no descartó que las grandes potencias pudieran intervenir en guerras en las que estuvieran implicadas estas potencias medias, como las intervenciones de Estados Unidos en Irak y Afganistán y la participación de Rusia en Ucrania.
Su argumento no era que la guerra estuviera obsoleta, sino que no implicaría una confrontación directa entre grandes potencias. Las intervenciones y las guerras entre Estados menores seguirían estando sobre la mesa.
La geoeconomía -la competitividad entre grandes potencias utilizando la economía como objetivo y como arma- es una herramienta excelente para analizar los dos puntos críticos del mundo actual. Estos son el papel de Rusia en Ucrania y la amenaza de China a Taiwán.
La narrativa occidental de que Putin es el malo empeñado en conquistar Ucrania es falsa. Putin había advertido a Occidente sobre que no debía forzar su ventaja en Ucrania durante más de 20 años.
Aunque Putin se mostró favorable a la expansión de la OTAN, siempre trazó el límite en Lituania, Ucrania y Georgia. En 2004, la OTAN cruzó la línea roja de Rusia al admitir a Lituania como miembro, pero poco pudo hacer Putin para impedirlo.
La incorporación de Ucrania a la OTAN en 2008 fue un error no forzado. Putin se había conformado con dejar a Ucrania como un Estado tapón neutral. Occidente no lo estaba y presionó demasiado a Putin. Ahora Putin ha contraatacado.
¿Por qué Ucrania es tan importante para Rusia?
Un rápido vistazo al mapa muestra que Ucrania en la OTAN o incluso una Ucrania prooccidental es una amenaza existencial para Moscú. La línea que va desde Estonia en el norte hasta Ucrania en el sur, forma la letra “C” que rodea Moscú por el norte, el oeste y el sur.
Algunas partes de Ucrania se encuentran al este de Moscú, lo que abre la región a ataques desde el oeste, algo que no ocurría desde el Imperio Mongol de Gengis Kan en el siglo XIII.
Si Ucrania no se vuelve neutral, Putin debe controlar al menos la mitad oriental, por la fuerza si es necesario.
Es evidente que esto ya ha sucedido.
Pero conquistar Ucrania no era ni es el objetivo principal de Putin. Lo que quería todo el tiempo era una Ucrania que no se uniera a la OTAN, neutralidad en el gobierno ucraniano y pleno funcionamiento del gasoducto de gas natural, Nord Stream 2, de Rusia hasta Alemania bajo el mar Báltico (¡lástima que Estados Unidos lo hizo explotar!).
Si Putin hubiera podido conseguir todo o la mayor parte de eso mediante negociaciones, no habría habido razón para invadir Ucrania. La amenaza de hacerlo habría cumplido su propósito.
Ese resultado habría sido una ilustración perfecta de la definición de geoeconomía de Luttwak.
Los objetivos eran comerciales (dependencia de Europa Occidental del gas natural ruso), y las herramientas eran comerciales (gasoductos) aunque los actores fueran Estados soberanos (Rusia y Estados Unidos).
Estados Unidos ha impuesto severas sanciones económicas a Rusia por invadir Ucrania. Pero estas sanciones han tenido poco impacto en Rusia, como predije antes de la guerra.
Las sanciones se impusieron a Rusia después de la anexión de Crimea en 2014 y no han tenido ningún impacto material en el comportamiento ruso.
Antes de la guerra, Rusia ya movía más del 20% de sus reservas en lingotes de oro físico almacenados en Moscú. Este oro tiene un valor de unos USD 140.000 millones a los precios de mercado actuales. Como el oro es físico, no digital, no puede ser pirateado, congelado o confiscado.
Es importante señalar que las sanciones estadounidenses no han afectado a las exportaciones de petróleo o gas natural rusos. Rusia suministra aproximadamente el 10% de todo el petróleo que se produce en el mundo. Es sencillamente imposible sancionar las ventas de petróleo ruso.
Seguimos esperando que Rusia y Estados Unidos eviten un conflicto armado directo en Ucrania, aunque se sigue intensificando. Los precios de la energía probablemente subirán, lo que ayuda a Rusia. Los perdedores son Ucrania y los usuarios mundiales de energía.
El segundo punto crítico hoy es la posible invasión china a Taiwán. ¿Sucederá? Los argumentos en contra de una guerra de este tipo se encuentran básicamente en los escenarios descritos anteriormente.
Los acontecimientos probablemente se incrementen y descontrolen, dando lugar a un conflicto a gran escala. Es posible que China salga ganando, sobre todo si Estados Unidos no acude en ayuda de Taiwán. Sin embargo, los riesgos son demasiado altos y los costos demasiado elevados. En lugar de una invasión, China podría continuar con su retórica y su preparación militar; pero, por otro lado, esperar el momento oportuno.
Aquí es donde la definición de geoeconomía de Luttwak arroja una nueva luz.
En un mundo preglobalizado, China podría atacar. En el mundo postglobalizado, China podría abstenerse militarmente mientras continúa su progreso en tecnología, recursos naturales y fabricación de valor añadido. Este camino requiere cooperación, no confrontación, con Estados Unidos y Europa Occidental.
Mi apreciación es que China se abstendrá de una invasión coherente con la tesis geoeconómica. Al mismo tiempo, Xi Jinping mantendrá las amenazas y la confrontación económica con Occidente.
Los inversores deberían esperar lo siguiente de esta confrontación inestable: Estados Unidos y China seguirán desacoplándose económicamente. Las interrupciones de la cadena de suministro empeorarán antes de mejorar. Surgirá una nueva configuración de la cadena de suministro que implicará más deslocalización y rutas de transporte más cortas.
El crecimiento de China se retrasará y será incapaz de dar el salto tecnológico que precisa para dejar de estar atrapada dentro de los países de ingresos medios y convertirse en una economía desarrollada de ingresos altos. Con el tiempo, la deuda excesiva y la demografía adversa superarán las ambiciones de China y la convertirán en un país envejecido y de baja productividad.
Los problemas económicos de China mantendrán su demanda de energía y pondrán un suelo bajo los precios de la energía. Los costes de fabricación aumentarán a medida que se evapore la mano de obra china. Los inversores no deben descartar una crisis financiera en China que se extienda a un colapso mundial de los mercados de capitales, probablemente peor que los de 2008 y 2020.
Pero las tensiones geopolíticas afectarán las cadenas de suministro mundiales, lo que se traducirá en un aumento de los precios de los insumos y de los costes de transporte. Eso es un pase para una inflación sostenida, y tipos de interés más altos. Y cualquier forma de incertidumbre es una ventaja para la única inversión refugio que nunca falla: el oro.
Mientras los estadounidenses están preocupados por los globos y otras historias que son sobre todo para el espectáculo, los pensadores más serios se dedican al petróleo, el gas natural, el oro, el dólar, la tecnología y otros puntos de referencia geoeconómicos.
Jim Rickards
Para El Inversor Diario
Abogado y economista. Fue asesor de la CIA y el Pentágono y hoy es uno de los analistas financieros más leídos en Estados Unidos. Cuenta con 35 años de experiencia analizando exitosamente el contexto macroeconómico global. Gracias a una alianza con Agora Financial de Estados unidos, en Inversor Global es editor para Inteligencia Estratégica.