En los últimos días debutó WLFI, la criptomoneda vinculada al ecosistema de Donald Trump. Su lanzamiento fue explosivo, pero hoy cotiza por debajo de su precio de salida en Binance. ¿Es solo una fase de ajuste inicial o estamos ante un proyecto con futuro incierto?
Por Iñaki Apezteguia
Cuando parecía que ya habíamos visto todo en este mercado cripto, apareció WLFI. Sí, el nuevo token ligado al ecosistema de Donald Trump. Y no hablo de un simple “meme coin” como tantas otras, sino de un proyecto que desde su lanzamiento se presentó con ambiciones serias: respaldo con una stablecoin en Solana, promesas de productos DeFi, y, sobre todo, un fuerte sello político que lo diferencia de cualquier otro activo digital.
El debut no pasó desapercibido. WLFI llegó con capitalización enorme desde el día uno y logró lo que muchos tokens sueñan: listarse de inmediato en grandes exchanges como Binance, OKX y Bybit. De hecho, su arranque fue vertiginoso: en cuestión de horas llegó a trepar hasta los USD 0,33, despertando la sensación de que estábamos frente al próximo gran fenómeno del mercado.
Pero como suele ocurrir en cripto, la euforia inicial fue seguida de una brusca corrección. Grandes ventas de ballenas y una fuerte especulación llevaron el precio a estabilizarse en la zona de USD 0,24 – 0,25. Aun así, la historia estaba lejos de terminar.
El verdadero sacudón llegó el 23 de agosto, cuando WLFI entró a Binance Futures. Allí vimos un volumen descomunal: más de USD 5.520 millones en un solo día, con posiciones apalancadas hasta 5x. El frenesí fue tan grande que en menos de 48 horas el token se transformó en uno de los contratos más operados del exchange, lo que disparó la volatilidad a niveles extremos.
Ahora bien, pasemos al presente. Hoy, 4 de septiembre de 2025, WLFI se encuentra en mínimos históricos: USD 0,1787, incluso por debajo del precio de emisión en Binance. Para cualquier inversor, esto enciende las alarmas. Y más aún si consideramos que buena parte del suministro del token está en manos de la familia Trump, que controla alrededor del 25% de la emisión total. No es un detalle menor: esa concentración despierta dudas sobre la verdadera descentralización del proyecto y sobre el riesgo de ventas estratégicas que puedan seguir presionando a la baja.
Además, muchos en el mercado señalan problemas de transparencia. La sospecha de insider trading, sumada a la falta de claridad sobre el roadmap real del proyecto, hacen que la comunidad lo mire con una mezcla de entusiasmo y desconfianza.
Y aquí es donde entra el contraste con el resto del mercado. Mientras Bitcoin y Ethereum consolidan su lugar con una demanda institucional creciente –basta mirar lo que está ocurriendo con los ETFs y la acumulación de tesorerías corporativas–, WLFI todavía no logra demostrar que puede trascender más allá de la especulación política y el hype de corto plazo.
Lo que está claro es que WLFI despierta pasiones. Para algunos, es una oportunidad única: el token del hombre que hoy concentra tanto poder político y mediático en Estados Unidos podría transformarse en un activo de referencia para un nuevo segmento del mercado. Para otros, no pasa de ser un experimento con pocas chances de sostenerse en el tiempo, atrapado entre la especulación y la volatilidad extrema.
Personalmente, creo que lo que hemos visto hasta ahora es apenas el primer capítulo de una historia que recién comienza. WLFI podría madurar, construir una infraestructura DeFi sólida y ganarse un lugar propio. O, por el contrario, podría quedar como otro ejemplo de cómo la política y las criptomonedas pueden cruzarse para crear activos con más ruido que sustancia.
Por eso me parece clave cerrar con una pregunta: ¿estamos ante el nacimiento de un nuevo jugador de peso en el ecosistema cripto, o WLFI quedará como un token especulativo más, que apenas recordaremos en unos años?
En los próximos Zoom de Mercado vamos a seguir de cerca esta historia, porque lo que está ocurriendo con WLFI no es solo un caso curioso: es un espejo de cómo funciona este mercado. Volátil, impredecible y, a veces, más político de lo que imaginamos.
Iñaki Apezteguia
Para Zoom de Mercado