Las consultoras de riesgo llegan tarde a los movimientos del mercado. Aconsejan comprar cuando los precios están arriba y vender cuando están en pisos. La solución es ir contra ellas cuando tienen posturas extremas.
Hace unos siete años, formé parte del prestigioso coro de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires.
Haber sido integrante de la cuerda de los bajos fue una experiencia enriquecedora para mis estudios musicales. Me permitió ejercitar mi oído, mejorar la afinación, ampliar el caudal de mi voz y, sobretodo, cantar hermosas piezas de la rama lírica junto a talentosos compañeros.
Con la exigencia que demanda el puesto, la directora del coro hacía principal hincapié en la necesidad de que las cuerdas (sopranos, contraltos, tenores y bajos) entráramos y saliéramos a tiempo cada vez que nos tocaba, respetando la duración de las notas y los silencios. Si entrabas un microsegundo fuera de tiempo o apenas fuera de tono, la directora hábilmente detectaba tu falla y frenaba el ensayo.
El coro fue otro de los lugares en los que aprendí la importancia del oportunismo. Un pequeño error de cálculo en el tiempo puede arruinar la pieza.
Como en el trading.
Saber detectar cuándo conviene comprar y vender es la clave de un trader exitoso. Operar a destiempo termina quemando el capital tarde o temprano.
Hoy, te traigo un ejemplo de actores de mercado que varias veces asesoraron a destiempo. Me refiero a las calificadoras de riesgo.
Pese a haber incurrido en varios desaciertos en el pasado, todavía sus informes tienen repercusión ya que cuentan con el apoyo de grandes empresas y medios de comunicación.
En las puertas de la crisis subprime, dieron el pulgar arriba a los Collateralized Debt Obligation (CDO), que son un tipo de producto financiero estructurado y pueden considerarse como una “promesa y obligación de pagar” a los inversores en un determinado orden, según el flujo de caja que los CDO recaudan de un conjunto de bonos y otros activos que poseen.
En esa línea, estas firmas calificaron con la nota máxima a estos instrumentos para entonces, al estar respaldados por bonos del Tesoro estadounidense.
La deuda pública brasileña recibió el título de Investment Grade (“Grado de inversión”) en 2008, por parte de Standard and Poor’s y Fitch (Moody’s lo haría un año más tarde). Las calificadoras resaltaron la calidad de los títulos brasileños ysugirieron la inversión en ellos.
Todo ello ocurría al mismo tiempo que el mercado brasileño hacía techo. Acciones y bonos tocaban sus valores récord. Y el real llegaba a los máximos desde la crisis de la Caipirinha, en la que la moneda brasileña se devaluó 73% en enero de 1999.
Por aquellos días de 2008, brasileños con sueldos promedio pasaban fines de semana a Europa. Esto se daba no porque la economía brasileña había aumentado espectacularmente su productividad ni su participación en la torta global. Sino pura y exclusivamente a que su moneda estaba sobrevaluada, y para los brasileños viajar a Europa era accesible. Algo claramente insostenible en el tiempo. Aun así, las calificadoras le dieron el visto bueno a los papeles brasileños subiendo la nota al Grado de Inversión.
También aconsejaron a destiempo la compra y venta de títulos argentinos.
En octubre de 2017, Standard and Poor’s le puso un B+ a la deuda argentina ya que esperaba que el país mejorara económicamente en un contexto estable. Meses más tarde, se desató una fuerte corrida contra el peso y una furiosa salida de activos argentinos que duró año y medio. El dólar cuadruplicó su precio, y las acciones, bonos y la actividad económica se derrumbaron.
Y a fines de agosto de 2019, después del desplome post elecciones presidenciales primarias, las calificadoras tiraron abajo la nota argentina de B- a la categoría de “Default Selectivo”, porque el gobierno central había postergado el pago de sus compromisos inmediatos sin el aval de sus acreedores.
Por esos días los bonos argentinos hicieron mínimos. Y meses más tarde cotizaban 30% arriba en promedio. Algunos llegaron a duplicar su precio.
Y así, hay numerosos ejemplos de la falta de timing de las calificadoras de riesgo.
Ojo: no digo que sus informes carecen del rigor profesional y científico que ameritan, dada su repercusión en los medios del mundo.
Están basados en estadísticas confiables y supuestos realistas acerca de la evolución futura de los hechos.
Simplemente digo que el mercado se anticipa a las calificadoras. Para cuando se publican los informes, los datos que transmiten las calificadoras ya habían sido incorporados y digeridos por los precios.
Las calificadoras llegan tarde.
De hecho, los analistas de mercado nos alegramos cuando viene un informe negativo de una calificadora de riesgo. Lo tomamos como una señal de compra.
Sobre todo si el castigo en la nota es duro y altamente previsible.
De la misma manera, un informe positivo de ellas nos alerta acerca de que puede ser el momento de vender las posiciones. En especial, si las calificadoras son muy optimistas.
Comprar cuando vienen informes extremadamente pesimistas y vender cuando llegan demasiado optimistas parece ser un sistema de trading tan útil como el que usan aquellos que compran cuando todo el mundo está temeroso y venden cuando todos están eufóricos. Es ese que usa un tal Warren Buffett.
Hasta la semana que viene,
Bruno Perinelli
Jefe de trading de Inversor Global
Para Inversor Global
Esta columna fue publicada originalmente en El Inversor Diario, el newsletter gratuito de Inversor Global en el que escriben las mentes financieras más brillantes de Estados Unidos y América Latina.
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Bruno Perinelli es licenciado en Economía (UBA) y tiene un posgrado de especialización en mercado de capitales. Con 12 años de experiencia operando acciones, monedas, commodities, bonos y derivados, es el jefe de Trading de Inversor Global y ha estado a cargo de tres servicios de análisis de trading. Actualmente participa como analista de mercados de Cash Flow Semanal y Súper Acciones Millonarias, y publica regularmente consejos de inversión en Mercado en 5 minutos y El inversor diario.