Claves para comprender éste indicador y cómo afecta a la economía argentina.
Quienes siguen el panorama bursátil de cerca pueden estar familiarizados con el concepto de exit yield. En las últimas semanas fue noticia en varios medios nacionales, ya que es una de las razones por las cuales se está complejizando la posible reestructuración de la deuda externa del país.
Pero, ¿Qué es la exit yield? En el caso de la Argentina, se trata de una tasa que permite calcular el valor actual de una promesa de pago futura por parte de la Nación. La traducción de exit yield es “rentabilidad de salida” y en sí, el yield es un ratio que mide cuánto rendimiento obtiene el accionista por los dividendos recibidos en función de la cotización de la acción.
¿Qué significa exit yield, entonces? Es el valor que tendrán bonos que se cancelarán en el futuro, y en el país, estamos hablando de los bonos de reestructuración que están intentando ofrecerse estratégicamente para generarle un respiro a la economía. Es la promesa que se desliza en las negociaciones entre el Ministerio de Economía y los principales bonistas de deuda, buscando así recuperar la confianza de pago e inversión.
Para calcular qué representa el exit yield de un bono, se toman como referencia cuánto rinden los bonos de otros países con similares “fundamentals” al nuestro, es decir, factores más o menos estables que influyen en las expectativas y determinan si es razonable invertir en ellos o no, además del contexto macroeconómico.
Este índice está relacionado con la trayectoria futura del riesgo país, que es la diferencia entre el costo de la deuda argentina frente al costo de la deuda estadounidense. Varios elementos se tienen a consideración al calcular esta variable, entre ellos la estabilidad macro, capacidad y voluntad de pago, dinámicas fiscales y monetarias, además de cuestiones jurídicas.
La situación argentina claramente no es óptima. La crisis económica, agravada por los enormes préstamos solicitados al FMI durante la gestión de Mauricio Macri, no parece encontrar una resolución rápida, mucho menos en un contexto de desaceleramiento grave de la economía global, causado por la pandemia del coronavirus.
Los esfuerzos de Guzmán, el ministro de Economía de la gestión de Alberto Fernández, apuntan a una quita en la deuda y a una renegociación de la misma, buscando extender los plazos de pago y reducir, en la medida de lo posible, los intereses que devienen de la misma.
El gobierno está proponiendo su propia tasa con la que le interesaría salir al mercado, es decir, una exit yield en los bonos del 8%, aquellos que saldrían al ruedo luego de la reestructuración de la deuda. Sin embargo, muchos analistas económicos fijan un mínimo de exit yield post restructuring del 12% e incluso mayor, teniendo en cuenta la grave situación financiera.
Aunque no todas las voces dan un pronóstico negativo para el ofrecimiento argentino, sin dudas existen reservas. Ésta propuesta del Ministerio busca darle más valor a los bonos actuales, para que el costo que tengan a futuro sea menor. Sin embargo, algunos expertos pronostican una caída del PBI del 8% y una suba en el déficit fiscal, por lo que un porcentaje tan bajo podría parecer una ilusión.
La definition de la exit yield es el factor determinante para que los bonistas internacionales acepten las renegociaciones de deuda con la Argentina. De momento, el Ministerio de Economía cerró su oferta con una exit yield al 8%, planteando una quita de 3.600 millones de dólares en stock de capital y 37.900 millones en intereses, es decir un 62% de la deuda, con fecha de comienzo de pago en el 2023.
El planteo se basó en el “criterio de sostenibilidad”, es decir, sobre la realidad de pagos que la Argentina puede brindar tanto hoy como a futuro. En su anuncio, el pasado 16 de abril, señaló que el FMI evaluó la capacidad de pago del país y que su examinación tiene fuertes coincidencias con la realizada por el gobierno.
Desde la declaración y hasta los veinte días posteriores, los bonistas privados deberán evaluar si entran a la negociación o no. En caso negativo, el país caería en default. Sí el acuerdo no cierra para el 22 de mayo, se generaría la tercera contracción consecutiva en tres años de la economía argentina, alcanzando niveles de inflación del 50%.
Como se mencionó anteriormente, no todas las voces expertas están en contra del ofrecimiento argentino. El economista Jeffrey Stacks, profesor de la Universidad de Columbia -donde también trabajó Martín Guzmán antes de ser nombrado Ministro de Economía- declaró que la propuesta argentina le parecía inteligente, balanceada y realista; planteando que el país no puede pagar más de lo que ofrece y que, en última instancia, es mejor el default a un mal acuerdo.