Cuando ingresamos al mundo del trading, muchas veces nuestra única idea es ganar dinero lo más rápido posible. En la teoría, todo sale bien y es la mejor forma de generar ganancias. Pues bien, no siempre es así. Hay otros enfoques que vale la pena ver.
Al invertir nuestro dinero (y ganar), estamos contentos, todo parece andar bien y ser muy fácil. Ahora, si perdemos, muchas veces la primera reacción es aguantar. Nos convencemos de que “se dará vuelta”, y puede ocurrir…
Pero también, puede no ocurrir… y seguimos perdiendo más y más (hasta perder, incluso, la cuenta).
Al operar en la bolsa, intervienen los nervios. Y un mal comienzo, nos puede hacer ver rápidamente que las cosas no son como parecen. El mundo del trading no es sencillo. Hay que tener las ideas claras, saber lo que estamos haciendo, lo que queremos, nuestros objetivos, los beneficios que buscamos y, sobre todo, cuánto estamos dispuestos a perder. Esto último, será lo que salve nuestra cuenta, si sabemos hacer una buena gestión riesgo/beneficio.
Cómo operar las acciones
Una vez que seleccionamos la acción de la compañía que queremos comprar, ingresamos la orden de compra. Ejecutada la orden, ya somos accionistas de esa compañía y esperamos a que suba la cotización de su acción para obtener beneficios.
Llegado a este punto, ¿qué hacemos con las acciones de esa compañía que hemos comprado? Si nuestra idea es a corto plazo, en cuanto tengamos un 5% o 10% de beneficio, vendemos. Pero también podemos mantener esas acciones mayor tiempo, a largo plazo, y buscar una revalorización mayor.
Tenemos entonces, dos maneras de operar: una a corto plazo, buscando revalorizaciones pequeñas; y otra a largo plazo, buscando una revalorización mayor.
Operaciones a corto plazo
Este tipo de operación requiere estar encima del mercado, prestar una atención mayor. En resumen, requiere pasar muchas horas delante del gráfico. Operaciones como estas nos obligan a tener ideas muy claras, pues las decisiones que tomemos deberemos ejecutarlas en muy poco tiempo.
Aquí influyen los nervios, y entra en juego el estrés que provoca estar sentado frente al monitor para saber el punto óptimo de entrada que creemos conveniente.
En las operaciones a corto plazo, la relación riesgo/beneficio suele ser menor: por norma general será de 1/1 o 1/2. Esto implica que nuestra forma de operar tiene que ser muy efectiva porque nuestro margen de maniobra es escaso. El sistema que utilicemos tiene que estar por encima del 50% de aciertos, o no seremos consistentes en nuestra operativa.
Por un lado, y no es menor, operar en el corto plazo implica también pagar más comisiones, pues entramos y salimos muchas veces y esto, a la larga, suma mucho dinero.
Pero por el otro, la operativa a corto plazo hace que estemos menos expuestos al mercado. Menor tiempo dentro de la acción, menor riesgo.
Si bien este tipo de operativa trae aparejada una buena dosis de adrenalina, cuando uno se inicia lo único que interesa es ganar lo más rápido posible. Pero este mundo no funciona así, hay que tener paciencia, saber esperar con tranquilidad, estar concentrado al 200% en lo que hacemos. Tener una buena estrategia.
Operaciones a largo plazo
A diferencia de la anterior, en esta operativa miramos los gráficos diaria o semanalmente (no de forma constante, todos los días). La idea es buscar una buena acción que a lo largo del tiempo tenga buenos resultados económicos, que de un buen dividendo y lo vaya incrementando con los años. Y por supuesto, cuanto más suba la cotización, mejor, hasta llegar al punto en que coincida con nuestro objetivo de venta.
Pero como inversores que somos, sabemos que no todo sube siempre. La idea de operar a largo plazo es mirar los gráficos una vez al día o de forma semanal, y en el fin de semana hacer un repaso de todas las acciones que tenemos y de las posibles incorporaciones.
Aquí, como la perspectiva es más lejana, es más difícil que nos afecten las noticias. Nuestra tolerancia al rango de movimiento del precio de la acción es más amplia y, además, estamos dispuestos aceptar bajas del precio mayores (del 10% o 20%) sin que nos pongamos nerviosos. Los stop loss están más alejados, lo que implica un riesgo más alto, pero, a la vez, el beneficio es mayor. Así como también será mucho mejor la relación riesgo/beneficio que obtendremos respecto de la operativa de corto plazo.
¿Corto o largo plazo? Depende de nosotros
Operar a corto o largo plazo, es una decisión enteramente nuestra. Sea cual fuera nuestra elección, es fundamental que esté en sintonía (y armonía) con nuestra forma de pensar y ver las cosas. Quién mejor que nosotros para saber del tiempo que disponemos y con qué plazo nos sentimos más cómodos operando. De lo contrario, nos estaremos engañando.
Y tú, ¿ya tienes en claro qué tipo de trader eres? ¿Tu elección va de la mano con tu forma de ser? ¡Piénsalo!
Alberto Chan
Para El Inversor Diario
Trader, asesor y conferencista especializado en los mercados financieros. Es también autor best-seller de más de seis libros de finanzas. Con una licenciatura y posgrados en productos derivados y mercados bursátiles, Alberto hoy está trabajando en una tesis doctoral en Neuroeconomía en el Trading de los mercados financieros internacionales.