Hoy te contamos qué son las banderas rojas en el mundo de las inversiones y qué puede ayudarte a identificarlas. Además, cómo saber cuándo es mejor mantener una acción y cuándo conviene venderla.
En el mundo de las inversiones, existe un término llamado “bandera roja“.
Imagina que estás en una carrera, y de repente ves una bandera roja flameando en el horizonte.
Esa bandera roja no significa felicidad, sino peligro.
Te advierte que algo no está bien en la empresa en la que estás invirtiendo (o pensando en invertir).
Un inversor sabio, como Warren Buffett, nos aconseja invertir en empresas que sepamos entender, en gente en la que confiemos y a un precio que tenga sentido.
Así que, cuando te encuentras con banderas rojas en el liderazgo de una empresa, debes detenerte y prestar mucha atención.
Estas banderas rojas son señales de advertencia de que los líderes de la empresa podrían no ser honestos ni transparentes con los accionistas.
La confianza en la administración es como el cimiento de un edificio: si es débil, todo lo demás puede derrumbarse.
Una bandera roja importante es la falta de transparencia.
Si la empresa no brinda información clara sobre sus finanzas y decisiones, eso es motivo de preocupación.
Además, si los líderes tienen un historial cuestionable o están involucrados en escándalos previos, eso es otra bandera roja.
Los conflictos de intereses son otra señal.
Si los ejecutivos están tomando decisiones que solo benefician a ellos mismos, eso no es bueno para los accionistas.
También, si la empresa hace afirmaciones exageradas o engañosas, eso es una bandera roja ondeando en el viento.
No olvidemos los cambios frecuentes en la dirección.
Si la empresa cambia constantemente a sus altos directivos, eso podría indicar problemas internos.
Como dice Buffett, la regla número uno en la inversión es no perder dinero, y la regla número dos es no olvidar la regla número uno.
Invertir en empresas con banderas rojas en su liderazgo puede poner en peligro esa regla número uno.
Una bandera roja que lo cambia todo
En uno de los portafolios de la Membresía Acciones tenemos acciones de una que opera en el sector de servicios públicos y tiene grandes planes para el futuro. Usaré este ejemplo para mostrarte por qué se debe evitar la bandera roja.
Los directivos de esta compañía, que denominaremos [C.A.] habían compartido su visión a largo plazo de convertirla en la principal distribuidora de gas de la región en la que opera.
Además, siempre dejaron en claro su compromiso de generar un valor constante para los accionistas en este proceso de expansión.
Hasta ese momento, habían cumplido sus promesas, y celebramos sus decisiones, como la reciente reducción de su deuda.
Sin embargo, la semana pasada ocurrió algo inesperado.
Una de las principales empresas de servicios públicos en la misma región, estaba vendiendo algunas de sus unidades de negocio para reducir su deuda.
Lo que nos llamó la atención fue que [C.A.] decidió comprar tres de estas empresas por miles de millones de dólares.
A primera vista, esto parecía estar en línea con los objetivos de [C.A.] para convertirse en líder de la industria.
Pero aquí es donde detectamos una bandera roja.
Los directivos revisaron a la baja sus proyecciones de crecimiento a largo plazo después de estas adquisiciones, pasando de un crecimiento anual del 10% al 8%.
Esto ya es un punto negativo.
Sin embargo, lo que realmente nos preocupó fue cómo planean financiar esta operación.
Cerca del 33% se pagarían con deuda y 67% en efectivo.
Pero la compañía no tiene ese efectivo disponible, por lo que decidieron lanzar una oferta para comprar acciones por valor de 4.600 millones de dólares.
La parte desfavorable para los accionistas existentes es que ofrecieron estas acciones a un precio con descuento, un 7% por debajo del precio de mercado.
Esta práctica, aunque común en el mundo empresarial, implica una destrucción de valor para los accionistas de [C.A.]
Esto resulta beneficioso para los nuevos accionistas y para la empresa que necesita los fondos, pero no para aquellos que ya habían invertido en [C.A]
Imagina que tienes una colección de juguetes valiosos y decides vender uno de ellos.
Pero en lugar de venderlo al precio justo, lo ofreces a un amigo por un 7% menos de su valor real.
Aunque podría ser beneficioso para tu amigo, para ti es una pérdida porque estás vendiendo algo por menos de lo que vale.
Creemos que este tipo de prácticas va en contra de la filosofía de valor y, desde nuestra perspectiva como inversores, no solo debemos considerar el crecimiento de la empresa, sino también cómo se recompensa a los accionistas.
Ten siempre en cuenta esto para determinar si vale la pena mantener una acción en tu portafolio o es mejor salir de esa posición.
¡Esto fue todo por hoy!
Diego Matianich
Diego Matianich es economista, con más de 15 años de trayectoria analizando la economía global y los mercados financieros. Tiene un posgrado en Value Investing y una especialización en Fusiones y Adquisiciones, propone inversiones capaces de ofrecer el equilibrio perfecto entre seguridad y rendimientos atractivos. Colabora con notas de opinión en periódicos especializados en Argentina y se desempeña como jefe de Research en Inversor Global, con la misión de sumar valor agregado a los distintos servicios de suscripción de la compañía