Un panorama general de la situación respecto a la emisión de deuda del país.
Hablar de inversiones, en el contexto socioeconómico que atraviesa el país, podría parecer un deporte de alto riesgo donde juegan muy pocos jugadores. Aunque la situación no es la más confiable -teniendo en cuenta la crisis y la enorme deuda externa que afronta la Argentina- hay un marco de opciones posibles para quienes buscan hacer valer sus ahorros al máximo.
Existen distintos tipos de instrumentos financieros que pueden ayudarnos a proteger el dinero ahorrado y también a aumentar nuestro patrimonio, si estamos atentos al panorama y tomamos decisiones conscientes. Cada uno de estos instrumentos tiene sus características específicas y puede convenir utilizarlos en determinados momentos, dependiendo nuestra estrategia de inversión.
Haciendo un repaso general, el primer método de ahorro que más redituable resulta es comprar divisas extranjeras. En una economía como la nuestra, donde la inflación crece sostenidamente, poder sostener ahorros en dólares en una gran manera de contrarrestar el efecto de la depreciación del peso.
Por supuesto, en la actualidad quizás no sea la maniobra más sencilla, teniendo en cuenta el tope de compra de 200 U$D mensuales y las restricciones que propone el nuevo “dólar turista” o “dólar solidario”. Pero aún así, existen alternativas que podemos tomar, ya sea comprando diferentes cotizaciones de dólares, o haciéndolo a través de bonos u acciones.
Esto nos lleva a otro instrumento de inversión interesante: las acciones. Al comprar una acción compramos una porción de un emprendimiento. Nos volvemos “dueños” del valor que compramos por sobre el valor neto de la firma. Lógicamente, a mayor cantidad de acciones, más responsabilidades tenemos para con las decisiones que la compañía tome respecto de su producción.
Esto puede parecer mucha presión, pero pensándolo desde una estrategia de inversión -y no desde la iniciativa real de querer comprar determinada empresa- puede ser una jugada interesante que nos provee de ingresos de manera bastante rápida. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que no está garantizado el éxito.
Por otro lado, tenemos los bonos. Al adquirir un bono estamos prestándole dinero a alguien, nos volvemos acreedores, bajo ciertos términos previamente estipulados. Se fija el monto de dinero a entregar, a condición de que éste sea devuelto en determinado lapso de tiempo y con un porcentaje de intereses pautados.
Esta forma de invertir suele ser muy segura, ya que sabemos que éste dinero nos será devuelto de alguna forma u otra, independientemente del éxito financiero que la compañía obtenga. Pero, ¿Qué pasa con los bonos argentinos en este momento particular? ¿Cuáles son los bonos argentinos en los que podemos invertir?
La emisión de deuda no es la misma en términos de país, que si tomamos cada provincia por separado. Actualmente, en términos de precios, los bonos argentinos que ofrecen Mendoza o Neuquén arrojan rentabilidades del 15% y del 10% respectivamente, para aquellos inversores dispuestos a afrontar los riesgos. Las letras de deuda emitidas por la Ciudad de Buenos Aires se estima que arrojarán un 9,2%.
Estos son algunos de los bonos argentinos recomendados por los especialistas. Mientras tanto, este 26 de febrero el Ministerio de Economía llamó a una nueva licitación por los LEBAD, letras de deuda ajustables a tasa Badlar más un margen extra. También se está buscando un intento de canje por el bono dual, reabriendo el título que expira en agosto del 2021 y ajusta también a Badlar por bancos privados.
Otros bonos argentinos en circulación son las LELIQ, Letras de Liquidez, préstamos que toma el Banco Central con los bancos por una semana. Desde que Miguel Pesce asumió la conducción del BCRA, las LELIQ bajaron su tasa nominal de un 63% a un 44%. Se explicó que dicha decisión se tomó teniendo en cuenta los últimos datos inflacionarios que dan a la baja.
Muchos analistas toman los bonos argentinos del 2001 y trazan una línea de tiempo con los bonos argentinos emitidos durante el 2020, comparando los contextos de crisis, aceleración de la inflación y desocupación, así como el crecimiento de la deuda externa.
Ciertamente el panorama tiene otras características pero se observa una ciclicidad en la situación económica argentina que plantea la paradoja de su crecimiento.
Si se da un período de activación económica, mejora salarial y aumento de puestos de trabajo y capacidad adquisitiva, éste encuentra un límite -como por ejemplo problemas energéticos o inflacionarios- al que le sigue un cambio de rumbo económico caracterizado por el ajuste, la desinversión productiva y la toma de deuda.
Luego, vuelve a darse -en el mejor de los casos- una nueva temporada en donde se busca cancelar la mayor parte de las deudas y reactivar el circuito productivo, la recomposición salarial, con propuestas de redistribución de la riqueza o intentando volver atractivo al país para la inversión extranjera.
Quedará por verse si las estrategias planteadas por el nuevo gobierno logran surtir el efecto deseado y la economía puede empezar a ver números de crecimiento nuevamente.